Friday, April 13, 2007

En la Hoguera


A la mitad de la noche comenzó a sonar una campana, uno de los monjes despertó a Arael, le paso una antorcha y le indico un camino que daba hacia unos pasillos subterráneos, todos corrían, entremedio del tumulto, sofocada y sin saber lo que pasaba, "¿de qué estamos escapando, qué pasa?" trataba de preguntar, uno de ellos la tomó violentamente "están casando templarios, debemos huir" y el monje se perdió entre las escaleras de aquel laberinto. Arael decidió salir y al encontrarse afuera, entre sonidos de espadas, fuego, grito, sangre. A lo lejos se escuchaba "¡Moveros con paso firme, caballeros, y forzad a la huida al enemigo de la Cruz de Cristo!".
Las cruces rojas ardían sobre los hombros de los cadáveres aglutinados, era una masacre, al ver esta imagen Arael recordó a Palemon y corrió, corrió sin pensar en su alrededor, "Palemon" gritaba desesperada mientras la sangre era derramada en las tierras francesas, "Palemon" volvía a gritar mientras los caballeros eran capturados. Los ojos de ella están llenos de lagrimas y con un deseo de volver a Krubera, a sentir que todo era un sueño, un mal conjuro. Le llega una flecha en el brazo y cae desplomada, cuando recupera la conciencia se encuentra frente a un hermano enfermero, todavía estaba con los templarios.
- Palemon, ¿Dónde esta Palemon? – pregunta en un tono agotador.
-Vamos, debéis levantaros – el monje le ayuda a bajar de la cama y le indica una dirección – siga derecho hasta el centro de la plaza y no le diga a nadie que ha estado con uno de nosotros.
En un paso ligero, pero con mucho dolor en el hombro, llegó hasta la plaza, ahí estaba Palemón amarrado junto a otros caballeros, a punto de ser quemados. Un sujeto alza una antorcha y prende fuego. El olor a carne humana se emanaba por toda la ciudad, era el fin, no era un sueño. Él la ve entre el tumulto y le grita: "busca una montaña cósmica que tiene su cima en el cielo y su base profundamente anclada en el mundo subterráneo, así podrás volver". Arael mira al suelo y camina hacia un lugar que solo el tiempo le ayudará a descubrir.

Thursday, April 05, 2007

El secreto



Palemon se retira de la tienda y fue a visitar a Aumont. Arael desconcertada por todo lo que estaba sucediendo decidió seguir a aquel caballero en silencio, necesitaba saber si lo que estaba viviendo no era producto de su imaginación, salió de la tienda en puntillas, sin producir ningún ruido. A lo lejos vio una fogata encendida y algunos escuderos a su alrededor, un estandarte, el beauseant, la cruz roja de los templarios, blanco y negro, el principio y el fin, el presente y el futuro materializado en ese instante. Observa que Palemon entra a una de las tiendas y se queda escuchando en las afueras.

- Estamos en apuro, Saphon esta desprotegido y los Ángeles saldrán montados en dragones, algunos caballeros ya fueron enviados a proteger el templo- al escuchar estas palabras de Aumont hacia Palemon, ella pensó inmediatamente que estaban hablando en clave. Su mente comenzó a disociar la información pero lamentablemente no pudo recordar nada – el otro problema que existe – continuó - es esa muchacha, nos retrazará y debemos dejar el baphomet y el grial lo antes posible en escocia, encárgate de darle un caballo, comida y agua suficiente para sobrevivir a un viaje hacia el pueblo más cercano.
- No os preocupéis, yo me encargare – Arael al sentir que estaban saliendo de la tienda corrió sigilosamente hacia su cama y decidió dormir, sin embargo con lo que había escuchado durmió a sobre saltos.

A la mañana siguiente cuando despertó, Palemon preparaba la montura de un caballo blanco, cuando la divisa a la distancia la llama y le indica con la mano que se acerque.

- No entiendo que esta pasando aquí, pero no me creo capaz de viajar sola a un pueblo que ni siquiera se donde se encuentra – dice Arael muy apenada, Palemon hace un gesto de disgusto.
- ¿Escuchasteis todo verdad? – tomó a Arael de un brazo y la llevo a la orilla de un pozo que se formaba por un pequeña cascada que caía de la quebrada, hizo que ella se sentará y él de pie comenzó a decir:
- Yo no soy un estúpido y se muy bien que no eres de acá, tienes un acento extraño, vistes como ninguna mujer lo haría, pero algo me dice que puedo confiar en ti, porque me lo dicen tus ojos, tu mirada. Cabalga siempre siguiendo el río aguas arriba, llegando a la roca mas grande, entre unos matorrales hay una puerta, debes golpear 3 veces, el primer sonido seco y duro, un silencio y los otros dos seguidos, dile a mis hermanos que la espada de Palemon te resguarda. Nos volveremos a encontrar – Palemon vuelve a tomarla del brazo la lleva a su caballo blanco y la obliga a subir.
- Vete y no olvides que al final podremos vernos nuevamente – Palemon hace un seña a todos los caballeros y escuderos, comenzaron una marcha rápida, Aumont no se divisaba por ninguna parte, lo que hizo creer a Arael que él debió marcharse en la madrugada, en las sombras.

Siguió paso a paso las instrucciones que le dio aquel caballero templario, “un templario” se repetía a si misma mientras hurgueteaba entre los matorrales buscando la puerta, que supuestamente estaba cerca de la gran roca, “¿será esta roca o existirá una mas grande?” murmuraba. Se sentó derrotaba junto al río. “¿cómo llegue a este lugar?” pensaba, ya nada tenia coherencia, pero había que seguir buscando.

Al otro lado del río vio un animal desaparecer, como si lo hubiera tragado la tierra. Con mucho cuidado trato de cruzar con el caballo, sin embargo este no resistió la fuerza de la corriente que se lo llevo hasta desaparecer, Arael se tomo de unas rocas y avanzo lentamente hasta llegar a la orilla. Exhausta y temblorosa se dirigió al mismo sitio donde desapareció el animal, ahí estaba la puerta. Los hermanos del temple la recibieron con mucho recelo y la hicieron dormir en el lugar más alejado y oscuro del lugar. Arael observaba a su alrededor y pudo concluir que donde estaba era un calabozo para esclavizar a los sarracenos, se sentó a dormir.

Cronicas de Erzsebet

Monday, April 02, 2007

La carreta de heno



- ¡¡ Aumont !! hay una muchacha con vestimentas extrañas al costado del camino, esta inconsciente ¿Qué debemos hacer? – pregunta muy preocupado Palemon.
- No debemos detener la marcha, estamos contra el tiempo, en dos días el rey Felipe el Hermoso librara la orden de detención – responde en forma tajante
- Pero nuestra prioridad es ayudar a quienes nos necesiten –
- Obedeced mis ordenes Palemon –

Arael estaba sumida en un mundo donde las palabras de estos caballeros se mezclaban con las pesadillas que atormentaban su cabeza, siente un olor a podrido y la piel arde como si estuviera encendida en llamas, comienza a sudar, su corazón palpita fuerte, gime, llora.

- Parece que esta volviendo en si – afirma Palemon, mientras la caravana seguía su rumbo junto a la carreta de heno, tirada por los bueyes.
- Espero estimado caballero que estéis tomando la decisión correcta, subidla a un caballo, pero preocupaos personalmente de ella y que ningún caballero sea distraído – dice Aumont.

Caminaron varias horas por el bosque y cercano a la noche Aumont imponente con el estandarte picazo en la mano, ordena parar la marcha. Él es un caballero templario, un senescal. Decidieron acampar en ese lugar, Palemon levanto una tienda especial para la extraña muchacha herida, fue en busca de comida, ropa y un poco de agua para ella. De pronto, se escucha un grito ensordecedor proveniente de la tienda de Arael, Palemon empuña su espada y junto a dos caballeros corren hacia el lugar.

Ella lloraba y gritaba preguntando donde estaba, desconsolada, confundida.
- ¿¿Estoy en el infierno?? ¿¿Dónde estoy?? – preguntaba llorando y rasgando sus vestiduras.
- Tranquilícese, acá te encontrareis a salvo, recuéstese y trate de dormir – le dijo Palemon con una voz muy cálida y tomándola por los hombros.
- ¿Donde mierda estoy, este es un mal sueño verdad? ¿Quién es usted, por qué esta vestido así? – seguía sollozando.
- Mi nombre es Palemon, soy el hermano caballero del senescal – Arael lo miraba perpleja y no entendía nada de lo que estaba pasando – Estamos en Francia y marchamos a otras tierras en forma urgente, ¿Cómo te llamas?
- Arael
- Bien Arael ¿De donde eres y porque viste de esa forma?
- ¿Seguro que esto no es un sueño?
- Claro que no lo es, creo que estáis demasiado cansada y en estos momentos no podéis pensar bien, insisto que debéis descansar – En ese momento Arael comprendió que estaba en otra época, en otro tiempo, en otra dimensión, quién sabe, lo único cierto es que la mejor decisión era callar.
- Tiene toda la razón, descansar me hará bien.
Cronicas de Erzsebet