Wednesday, February 06, 2008

Arael, Guardian de los pajaros

Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento,
cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y
su número es seiscientos sesenta y seis. Apocalipsis 13:18.

Los Caballeros del Temple han sido embaucados por el gran poder de seducción de Vassago, los ha convencido que el último guerrero nacerá en tierras muy lejanas, tierras que no han sido habitadas por el viejo mundo, tierras pobladas por indígenas y gente sin civilización. Por este motivo, fueron de expedición a esos lugares que Vassago proporciono en un mapa sin sentido. Alejo a los Caballeros del Temple de su último objetivo, Arael.

El ejército se reunió y encaminaron sus pasos a Inglaterra, a un poblado muy pobre que estaba alejado completamente de la ciudad. Los ejércitos se instalaron en un campamento en las afueras, sin embargo tomaron forma humana, así no levantaron sospechas de nada y la gente del pueblo los acogió de manera amable, particularmente Araziel, una bella mujer de cabellos oscuros como la noche, pero blanca como la nieve. Ella criaba las aves más bellas de la zona y las vendía en la gran ciudad a los ricos excéntricos. Tenía cinco meses de embarazo y Chesed, su prometido, había pedido su mano y preparaban la boda, que se realizaría antes del nacimiento de su primer hijo.

En los preparativos de la boda participo todo el pueblo, era un gran acontecimiento, es una tradición que cada familia aporte con algún obsequio, ya sea un cordero, verduras, licores o con los adornos que se distribuyen cuidadosamente en la plaza. El tallado del altar queda a cargo del novio, en este caso Chesed, que paso meses encerrado en el taller del artesano del pueblo construyendo este importante símbolo, que representa todo el amor que siente por Araziel.

Los detalles de la ceremonia y la fiesta, es parte de otra historia que no vine al caso detallarlos acá, sin embargo es importante decir que los demonios desde que llegaron al pueblo estuvieron presentes en la vida de esta hermosa pareja, comieron, bebieron y bailaron, aparentando una gran simpatía y agrado por todos en el pueblo.

Pasaron los meses y mientras se esperaba que Araziel diera a luz, Belenus, que bordeaba los 13 años, estaba regando el árbol de olivo que broto el día de su nacimiento y observo en la punta del mismo a un Concón posado, raro le pareció esto, puesto que ese tipo de aves son nocturnas, lo quedo mirando por largo rato y su corazón se sobrecogió, sintió una angustia muy grande en su pecho, como si algo se estuviera desgarrando dentro de él, como si una fuerza incontrolable lo detuviera por un instante y lloró, lloró por largo tiempo y solo los brazos de su madre fueron capaces de calmar esa angustia. Por otro lado en Tripolis, Sother, que también bordeaba los 13 años estaba en uno de sus viajes con sus padres, y para pasa el tiempo le gustaba perder su vista en el mar, de pronto ve un cisne Coscoroba que vuela sobre él de manera majestuosa, ve como juega por los aires cuando de pronto el animal cae sin vida en el medio del mar, Sother se asusto, un miedo inexplicable se apodero de su alma y corrió desesperadamente a contarle lo sucedido a sus padres, ellos le explicaron que era parte de la vida, sin embargo Sother sintió que su alma se oscurecía completamente y esa noche no pudo dormir y se sentó en la intemperie a contemplar las estrellas.

Cuando Araziel comenzó con las contracciones, todo el pueblo corrió a su casa y todos esperaron impacientes a que la partera saliera con el bebé en sus brazos. También llegó el ejercito de demonios encabezado por Vassago y se sentaron en silencio a esperar, de pronto un llanto se escucho dentro de la casa, todos en las afuera se abrazaban de alegría, pasaron los minutos y ninguna luz, ni nada ilumino el lugar, Vassago dudo si se trataba de Arael, puesto que con todos los demás caballeros de la leyenda algo ocurría cuando nacían, sin embargo de pronto en el cielo se apareció una nube negra, todos miraron consternados, se trataba de miles de cuervos negros que se pararon uno a uno sobre los techos de las casas, en el suelo, en algunas barandas, todos quedaron en silencio atónitos por el espectáculos, horrorizados. De pronto, la puerta se abre y sale la partera con el bebé “es una niña”, dice con cansancio que disimula con una sonrisa, todos miraron con el mismo silencio sepulcral que se había producido con la llegada de los cuervos, “llevará por nombre Arael, guardiana de las aves”, en ese instante Vassago se levanta y uno de los demonios sin pensarlo un minuto le arrebata a la niña y con un grito gutural se transforma en lo que realmente era, uno por uno comenzaron a tomar su forma, todos se agruparon alrededor de Arael y le dieron miles de estocadas en su pequeño cuerpo, uno a uno después de bañarse con la sangre de la pequeña, se retiraba del circulo, la gente del pueblo no entendía, todo había pasado tan rápido, los cuervos se alzaron en el aire y atacaron a los demonios, le rasgaron la carne, le sacaron los ojos, la gente del pueblo corrió a ocultarse en sus casas, sin embargo los cuervos no se acercaron a ellos, solo al gran ejercito que sin piedad le quito la vida al sexto guerrero de la leyenda, los cuervos se encargaron de dejar solo los huesos de estos demonios ineptos, mientras ocurría esto, los padres de Arael estaban descontrolados, lloraban y gritaban, así como la gente gritaba horrorizaba por el acto, “están malditos” gritaban “magia negra” “brujería” decían las gentes, dentro del todo el caos, los tomaron, los forzaron y los amarraron en medio de la plaza a unos grandes palos, la gente traía ramas, leña cualquier cosa que se pudiera quemar, “muerte a los brujos”, se escuchaba mientras los cuervos seguían devorando al ejercito. Los amarraron fuertemente a los palos y cuando ya tuvieron todo lo necesario prendieron una gran hoguera, blasfemaron y maldijeron hasta que los cuerpos de la bella pareja se calcinaron. Antes que se apagara el último indicio de vida en sus cuerpos, un cometa cayó del cielo, Vassago fue el único que se dio cuenta de lo sucedido entre tanto caos, corrió al lugar donde había caído esta gran nube de fuego, pero antes de llegar, vio a tres luces azules en forma humana que se abrazaban y cada una de ella se perdió en el gran cielo oscurecido. Vassago sospecho que se trataba del alma de Araziel, Chesed y Arael que se perdían en el confín del tiempo y sonrió, nada estaba perdido aún, sin embargo debía descubrir donde volvería a nacer Arael.

Palemon esa misma noche, en las montañas de los dragones, observo una manada de cóndores que volaban los alrededores “Arael” susurro, pero ese nombre muy luego se le olvido y esa escena tampoco la recordara una vez adulto. Sin embargo, su pequeño dragón Melkarth jamás lo olvidará.