Friday, October 26, 2012

EL DESCONOCIDO, Mutilaciones


Resumen

El Sr. Mario Gómez arrienda una pequeña casa, que se encuentra a tres cuartos de hora del centro de la ciudad viajando en locomoción colectiva. Al Sr. Gómez le acomodaba, ya que podía leer en el trayecto o simplemente perder sus pensamientos a través de la ventana del bus. Pasado el tiempo, llega una pareja de recién casados a habitar el lugar. Los vecinos con esto, se explican por qué ya no veían desde hace un tiempo al Sr. Gómez., mal que mal tampoco era muy cercano a ellos ¿Realmente se había ido? ¿Qué pasará con estos nuevos inquilinos?

Extracto del Cuento


¡¡¡¡Satanicoooosss!!!”- grito la arrendadora a la pareja joven que recién entraba por la puerta del patio, “¡¡ya no los quiero ver más!! ¡así que tomen sus cosas y lárguense dentro de esta semana!”- la señora de aspecto demacrado, mira de reojo y cierra la puerta de cocina en sus narices. “¡Y llévense esa música de mierda con ustedes!” – grito por última vez desde el interior. “Claro que la música se va con nosotros, ¡vieja de mierda! Aunque ganas no me faltan de inyectarte por el culo unos mil watt de Deathspell Omega”, pensó Camila apretando los dientes y mirando a Javier como preguntando qué se les viene ahora.

Camila y Javier era una pareja joven de recién casados y decidieron arrendar una pequeña habitación que se encontraba dentro del patio de la casa de la señora Inés. “Es la mejor opción que pueden tomar”- dijo la madre de Javier, “Ayudan a la abuela a que tenga un ingreso extra y ustedes pueden ahorran”- puso énfasis en la frase final. Era una especie de media agua, con un baño, cocina y un reducido espacio para la cama. El precio era el razonable y lo que podían pagar. Sin embargo, esas semanas que vivieron con la señora Inés no fueron las más agradables, siempre se quejaba de la música y de los horarios de entrada y salida de la pareja. Aunque ellos intentaron ser invisibles para aquella señora, su apariencia de jeans negros y poleras, “de monos satánicos”, como decía ella, le molestaba de sobremanera.

Esa tarde la señora Inés simplemente se harto de las canciones de Weapon a medio volumen y de las imágenes de Immolation en sus espaldas. Les pidió, no de buena manera, que desalojaran la habitación en el plazo de una semana.

Fue así como llegaron a una pequeña casa de dos pisos. Era una casa interior, de patio amplio, con una frondosa enredadera que trepaba por todas las paredes que separaba de los vecinos. La casa era algo oscura, un tanto húmeda, un tanto fría, pero por el precio esta joven pareja no cuestiono mucho esos “detalles” y pronto hicieron suyo el lugar. […]

Continua....