Thursday, February 26, 2015

EL SAQUITO DE CHAURAS

Pablo esperaba de noche el bus en el terminal. Los andenes se encontraban prácticamente vacíos y una espesa niebla se apoderaba del lugar. Una mujer enana, de pelo muy negro y trenzado, se acercó. Ella lo invitó a pasar juntos la noche. Pablo se sentía confundido, pero a la vez atraído. Miraba el exuberante busto de la mujer y una fuerza extraña lo impulsaba a aceptar la propuesta.
Despertó del letargo cuando la enana comenzó hacer muecas y posturas horrendas. Asustado quiso correr, ella lo tomó de la mano y con carita de inocente le dice:
Si quiere me puede comprar un saquito de chauras Pablo le dio una moneda y ella se marchó a paso cansino.
Agobiado y perturbado comió el fruto sin dimensionar lo cerca que había estado de la hija de la Condená.

Connie Tapia Monroy

Thursday, February 19, 2015

Post 14 de febrero

Hoy, en la hora de colación me senté a fumar con mis compañeras de trabajo. Siempre es el momento donde se quejan del exceso de labores y por sobre todo, de cómo las trata la pareja. Pasado el catorce de febrero, muchas llegaron jactándose de las flores, chocolates y cenas. La mayoría de ellas están contentas y agradecidas. Pero el resto del año, la mayoría de ellas no es feliz.
Por mi parte, solo observo y escucho lo que conversan mientras nos fumamos un cigarro. Creo que nunca van a entender lo celoso que soy. La rabia que surge cuando pienso en mi Adela. Ella debe quedarse en casa. Ella debe estar solo para mí.
El pasado catorce la invite a salir y cuando estábamos cenando. Ella insistió en que quería trabajar. Claro, se aprovecho de ese momento pleno para darme la estocada. Por supuesto que le dije que no. Discutimos. Ella lloró. Furioso me la lleve a casa. La golpeé. Humille. Lloró. Indignado la apuñale hasta cansarme. Yo amo a mi esposa, recé junto a su cuerpo que adorne con figuritas religiosas, como a ella le gusta. Pero eso, mis compañeras de trabajo jamás lo entenderían.

Connie Tapia Monroy.

Thursday, February 12, 2015

La vecina


Teresa, es la vecina simpática. Con una sonrisa amable ofrece y pide ayuda. Todos confían en ella. Le dejan las llaves de sus casas cuando salen a trabajar o se van de vacaciones, creen que puede ser de gran ayuda si ocurre una emergencia. Nadie sospecha nada.
Teresa pasea por las casas deshabitadas y se entretiene en las piezas matrimoniales. Usa la ropa interior de ellas y se excita con las prendas de ellos. Desnuda sobre la cama hojea el diario del día. Usa las cremas, maquillajes y perfumes. Es una especie de ritual. Cuando está bien caliente, vuelve a su casa y se tira al marido. Si se queda con ganas, a media noche visita a los vecinos mientras duermen y sin hacer ruido, toca su entrepierna.

Connie Tapia Monroy

Friday, February 06, 2015

Nuestro final

“Deja de ser patética”, me decía burlón. “Ya no estamos en edad de buscar pareja, debes confórmate y ya”. Como si el amor se tratara de conformarse y ya. Su voz era como un taladro sobre mi cabeza. Siempre apuntalaba hasta sangrar. Nuestra relación era dañina. Cuando se lo comentaba a mi madre, ella decía que debía sacrificarme por los niños. Como si la vida significara anularse y ya. Llevamos veinte años casados y me siento cansada. Sus palabras siempre dejan cicatrices.
Anoche, necesitaba apagar esa voz, hacerla desaparecer. Él llegó borracho como es habitual. Se sentó en el sillón,  “Esta es la vida que te toco vivir”, dijo balbuceando mientras se quedaba dormido. No lo pensé y tome un cuchillo de la cocina. Me senté sobre él. “Esta es la muerte que te toco… perro de mierda… desgraciado…”, gruñí entre dientes, enterrando el cuchillo una y otra vez, cada vez más profundo, en su estómago.

Connie Tapia Monroy.