Friday, March 27, 2015

Retratos


Después de todo, sólo quise ser algo parecido a Sy Parrish, como en la película de Romanek. La seguía a los lugares que frecuentaba y le sacaba fotografías. Luego las imprimía en mi casa y se las enviaba en un sobre azul.
Ella era la ex de mi pareja actual. Yo no sé en qué mundo puedes relacionarte con una ex. Pero él la adoraba, era la amiga intocable.
En realidad a mi me enfermaba, siempre me miraba desafiante cuando llegaba a casa. Como diciendo “yo también me lo he cogido”. La detestaba.
Por eso decidí poner un poco de vértigo en su vida, para que ella sintiera lo que es traspasar los límites de la privacidad. Sólo deseaba que ella experimentara ser acosada por alguien.
Al principio todo resultó como estaba planificado, ella andaba angustiada y temerosa. Pero luego se salio de control. Cada vez que abría un nuevo sobre azul, enloquecía, miraba a su alrededor y estoy casi segura que, temblando, se ocultaba bajo las sábanas.
¡Señor juez!, ¡juro!, que mi intención no era que ella terminará ahorcándose en el baño de su casa. Ni menos que acuchillara a sus perros. ¡Pobres perros!, ellos no tenían la culpa de nada.

Connie Tapia Monroy.

Friday, March 13, 2015

Aquella tarde


Nunca pensé, que te vería esa tarde entrar por la puerta. No habías cambiado mucho, vestías casi del mismo modo, polerón plomo y jeans deslavados. Siempre ocultando tus ojos azules tras las gafas. Apoyaste tu cabeza en el techo de vidrio y recordé esa noche que nos amamos bajo las estrellas. Nunca comprendí por qué nos alejamos. Te sacaste los lentes y me miraste como la primera vez en que nos besamos. “Te amo… nunca te dejé de amar” y rompiste en llanto. No sabes cuantas veces desee que me lo dijeras. No sabes cuantas noches pensé en nosotros. No sabes cuantas excusas busqué para no tomar tantas pastillas de clonazepam.


Connie Tapia Monroy.

Friday, March 06, 2015

Prueba


Es la cartuchona de la cuadra. Cartuchona y tonta, por no decir weona. Aunque creo que finge, que se hace la mosquita muerta, por eso quería probar cuál era su límite y preparé todo para ese momento. Conversé con dos tipos, no hubo necesidad de pagarles, ellos estaban encantados con la idea. La habitación fue fácil de conseguir, los moteles siempre tienen una de ese tipo. Yo podría sentarme en un sillón a mirar el espectáculo tras un espejo. Ella nunca sospecharía de mí. Sólo debía planificar algo perfecto para llevarla.
Tenía la certeza que sería fácil, le mandé un par de flores con mensajitos siúticos y medios calentones por un par de días y casi de inmediato aceptó la invitación. Cuando entró a la habitación quedó perpleja, pero todas lo hacen, es parte del proceso. Uno le tapó la boca para que dejara de chillar, mientras el otro le rasgaba la ropa. A esa altura ella estaba entregada, sus pezones estaban duros, apretaba las piernas. Al principio le hizo el quite a ponerlo en la boca, pero luego sola lo sujetaba y movía con las manos. ¡La muy puta! Yo sabía que se entregaría así de fácil. Solita se puso en cuatro para ser penetrada.
Cuando me la encuentro a la muy hipócrita, siempre le doy mi mejor sonrisa mientras recuerdo ese momento en que gritaba y gemía de placer, cuando dos desconocidos se turnaban para darle por el culo.  

Connie Tapia Monroy.