Friday, December 02, 2011

Segundo Tomo de Sudamerican Attack, Comic!!


Y con el equipo de Sudamerican Attack Liberamos el Segundo tomo de este comic, que consta de 10 páginas fotocopiadas (sin contar la tapa) donde se pretende llegar a un bajo costo a todos aquellos que aman el comic subterráneo, post apocalíptico, a la vena, transgresor.

Puedes unirte al facebook en facebook.com/sudamericanattackcomic
o pedir tu copia a sudattackcomic@gmail.com

Solo a $500 (pesos chilenos) o un dolar si se quiere hacer la conversión.

Benedicto trata por todos los medios de destruir a la resistencia, pero no sabe que su enemigo no es tal fácil de destruir mientras la fuerza del metal siga viva!!

Dibujado por: Nat Kougi http://natkougi.deviantart.com/
Historia de: Juan Valdivia T. y Connie Tapia M.
Guión: Nat, Juan y Yo (Connie)

Friday, October 28, 2011

Sudamerican Attack, el Comics!!




Un buen tiempo desaparecida por mi gran eterno desierto, y es que he estado junto a un gran equipo gestando esta nueva creación, se trata de "Sudamerican Attack, el comics", basada en un Chile post-holocausto donde el gran tirano Benedicto gobierna, pero se encuentra con una resistencia metalera que se niega a caer en sus predicas y serán su principal enemigo. El mundo esta en caos, pero para la resistencia sigue siendo importante mantener en alto la fuerza de la música metal, fuerza que ellos no saben que los mantendrá vivos a ellos y a un planeta lejano.

Este fin de semana sale el primer número, en formato totalmente auto-producido, 10 páginas en blanco y negro donde empieza la historia. Tendrá un costo de $600.- pero como promoción de lanzamiento las primeras 50 copias serán a $500.-

Puedes pedir tu copia a australynorth@gmail.com

Dibujado por: Nat Kougi http://natkougi.deviantart.com/
Historia de: Juan Valdivia T. y Connie Tapia M.
Guión: Nat, Juan y Yo (Connie)

Wednesday, August 31, 2011

A veces...





A veces el universo se hace pequeño, tan pequeño que no se puede oír, sentir, ni ver.
Otras veces es inmenso que no se puedo tocar, ni menos descubrir.
Simplemente todo es tan irreal que piensas que no lo sentirás.
Quizás esa sensación era un sueño o nada.
A veces creo que son hologramas o pesadillas.
De esas pesadillas que orbitan sobre tu cadáver como buitres esperando desgarrar tu carne o solo lo que queda de ti.
A veces creo que es una fotografía que aun no ha sido revelada o quizás nunca ha sido tomada.
¿y si fuera una historia mal contada? ¿con ese final que no quieres oír?
Donde ellos dicen que el universo no es o es de papel, de ese papel antiguo, doblado, maltrado.
Con esa pregunta garabateada que da vuelta por la cabeza y quisiera encontrarte para contestar
“¿Crees que puedes vivir otra vida después de ese beso?”
A veces el universo se esconde y huye o ¿eras tú?



Thursday, March 24, 2011

El Taller


Un taller mecánico mezclado con un laboratorio químico, cables en el suelo, tornillos esparcidos, fierros, un mesón en el centro con martillos, destornilladores, clavos, etc. En una esquina una mujer sentada en el piso (un androide). Él vestido con overol, concentrado en una maquina parecida a un corazón, lo estudia, atornilla un par de cosas sobre él, encaja piezas. Ella entra.

ELLA: ¿Aún intentas repararlo?

ÉL: ¿tengo otra opción para que ella (apunta al androide) funcione? (golpea la máquina sobre la mesa, parece abatido)

ELLA: Tu sabes que si

ÉL: Esto… (toma la máquina y la muestra con orgullo, guarda silencio, medita) …pase mucho tiempo buscando uno de estos (insiste en que ella lo mire bien), era maravilloso… la mejor creación… sublime… con funciones perfectas…

ELLA: (lo interrumpe con tono irónico) y duró lo que dura cualquiera de estos artefactos desechables.

ÉL: (enojado) no es cualquier artefacto desechable… tu lo sabes mejor que nadie

ELLA: (irónica) claro que lo se, es una máquina confeccionada y adaptada por ti y para ti.

ÉL: (molesto) sabes que no es así (mira al androide) tu, mejor que nadie, sabes que yo solo quería darle vida (la mira a ella y luego al androide, mira el piso)

ELLA: ¿y tu vida?

ÉL: Mi vida esta aquí, en este taller, porque cuando…

ELLA: (lo interrumpe) mirando androides y reparando corazones ajenos.

ÉL: Este es mío, lo construí para ella (refiriéndose al androide)

Ella busca entre sus ropas, saca una foto doblada y se la entrega.

ÉL: ¿qué es esto?

ELLA: Una foto de ese día que caminamos por el parque… (él mira extrañado) …es un regalo, quiero que la conserves (él gesticula, ella tímida juega con su pie como dibujando figuras en el suelo, mira un instante el suelo, luego se incorpora y lo mira fijamente). Pensé que si de vez en cuando mirabas esta foto podrías olvidar esta realidad. Una realidad alejada de los androides… de los circuitos… de estos aparatos de mentira.

Le devuelve la foto con desprecio

ÉL: Debo seguir trabajando (vuelve a la mesa y comienza a trabajar en la maquina, unos minutos de silencio)

Ella rompe el silencio

ELLA: ¿Aún deseas repararlo?

ÉL: (levanta la cabeza y con tono seco) Cierra la puerta antes de salir.

Él se incorpora nuevamente a su trabajo, ella de pie, congelada, vacía. Camina hacia la puerta y antes de cerrar habla casi como un susurro.

ELLA: yo no necesito uno de esos todavía.

FIN DE LA ESCENA

Monday, March 07, 2011

El universo en un susurro

Espacio Oscuro, una banca en el centro, una luz roja la ilumina, él esta sentado en la banca, ella entra de un costado de la escena, lo mira

- Ella: ¿Eres Tú?

- Él: No sé a quién buscas

- Ella: (se encoge de hombros, confundida) Supongo que te buscaba a ti (se inca, posa sus manos sobre sus rodillas y lo mira a los ojos) ¿puedo descansar aquí? (con un pequeño gesto indica sus muslos, él hace un gesto afirmativo con la cabeza, ella se apoya sobre sus piernas y él le acaricia el cabello) se que aún queda mucho por aprender (suspira), muchas veces me siento confundida, intento entenderlo, pero… pero no puedo descifrar lo que intenta decirme.

- Él: silencia tu espíritu

- Ella: muchas veces el universo susurra tan despacio que no puedo oírlo.

- Él: ¿Realmente eres tú?

- Ella: cuando te escuche (mira al horizonte) se abrió una caja… allá (se pone de pie, busca, señala) ¿te imaginas donde? ¿lo puedes ver? (silencio) la caja se abrió y una luz se disparó al cielo, como si fuera una señala… como si alguien quisiera avisarle a los ángeles que debían bajar del cielo (lo mira)… tu debías bajar… es ahí cuando te vi sentado en la banca, pero… (duda) no te vi bajar del cielo.

- Él: yo pensé en ti.

- Ella: a veces creo que me queda mucho por aprender, pero el universo susurra tan despacio que no puedo oírlo.

- Él: (la toma de los hombros) Mírame (ella levanta la cabeza y lo mira) ¿qué ves?

- Ella: un beso

- Él: ¿qué?

- Ella: ¿te puedo besar?

- Él: soy un recuerdo… creo que no puedes besar a un recuerdo

- Ella: (confundida) ¿Cómo?

- Él: yo siempre te pienso

En un costado suena una caja de música, ella la mira, se acerca, se ilumina la caja de música, se apaga la luz donde esta la banda y él. Ella se acuesta boca abajo y mira cuidadosamente la caja de música.

- Ella: siempre te pienso, pero el universo susurra tan despacio que aún no puedes escuchar como grito por un beso.


Erzsebet

Sunday, February 13, 2011

El día en que Afrodita surge


Dulce:

Anoche te soñé emergiendo del mar, como un ser azulado que crecía hacia la inmensidad del cielo. Te veía volar hacia las estrellas y cristalizado en la constelación oí tu llamado. Traté de volar hacia ti, pero unas delgadas manos se enlazaron en mi cintura, reteniéndome. Busqué desesperadamente tus manos, tus labios. Ya no estabas.

Cómo explicar con palabras esa imagen que viaja a velocidad luz y golpea mi retina cada vez que recuerdo tu voz mezclarse con el viento. Esa voz que vibra junto al océano diciendo “mi Laura del mar”.

Creí, en algún momento, que si esperaba en la orilla del mar vería aquél mágico barco blanco venir hacia mí. Quizás encontrarte a bordo del tren silencioso que cruzó nuestro destino, pero nada apareció.

Imaginé tu cuerpo dormido viajar hacia la luz y corrí para alcanzarte, no quería dejarte ir. Pensé que un dulce beso te mantendría a mi lado por siempre.

Así lo imagine. Así pensé tu partida, diciéndome… diciéndote: “aquí estoy… a tu lado”. Sin embargo, solo pude mirar hacia el horizonte y ver crecer flores niphredil sobre ti, sin tener la mínima posibilidad de decir “te amo” sobre tu regazo y atrapar esa última gota de existencia, que estoy segura hubiese sido para mí.

Hoy entrego esta carta a nuestro testigo silencioso, que guardó besos y miradas culpables. Hoy te digo adiós a través del mar.


Te amo.

Wednesday, January 05, 2011

Televisor Blanco y Negro, Remake

"Hace un tiempo quise hacer un ejercicio: tomar textos antiguos y re-escribirlos. El primero que tome fue "TV Blanco y Negro" escrito en el 2008 y ahora su Remake terminado en Diciembre 2010. Ahora lo comparto con ustedes y espero que lo disfruten"

Despierto con el aliento calido de Sara en mi pecho, disfruto del sabroso perfume a vainilla que emana de su cuerpo desnudo sobre el mío, su respiración es lenta, pausada, intento zafarme en varias ocasiones, pero sus blancas manos sujetan mi piel cada vez que trato de hacerlo, ella se aferra a mi y de cierta forma, eso me conforta, sentirla a mi lado, tan mía. La noche anterior en perfecta atmosfera con Chuck Berry’s bailamos apretados en el balcón del departamento, “me encanta esta canción”- me dijo al momento en que sentí mover sus caderas de un lado a otro al ritmo de “Blue Feeling”, sus labios rojos se pegaron a los míos y no recuerdo en que momento el tocadiscos se silenció. Aún debe estar prendido, pienso y con cuidado salgo de la cama, camino al living, arreglo el tocadiscos y prendo la radio, alguien habla, no le presto atención. Voy a la cocina, pongo agua en la tetera, prendo fuego y la dejo ahí, corto unas rebanadas de pan y las llevo a fuego lento en el tostador, preparo las tazas, una bandeja. El día de los enamorados había sido perfecto, la sonrisa de Sara se dibujaba como un fino trazo de pintura rosa sobre el cielo, se veía radiante. Miro al living y ahí estaba el televisor blanco y negro que le había regalado, era pequeño, con dos perillas en los extremos y un botón en el centro, todos ubicados perfectamente en la parte inferior de la pequeña caja cuadrada, la imagen es nítida, perfecta como la noche entre Sara y yo. No muchos tienen un aparato como este, son difíciles de adquirir, costosos además, pero hace años que con mi quiosco de diarios y revistas he podido solventar uno que otro gusto. Ahí estaba mi televisor, si, se lo regale a Sara por el día de los enamorados, pero debo reconocer con algo de culpabilidad, que este regalo era más bien para mí.
“El aroma a pan tostado me despertó”- dice Sara apoyada en el borde de la puerta de la cocina, vestía con mi pijama, ella conocía de mis gustos y uno de ellos era que mis ropas quedaran impregnadas de su aroma. “Sube el volumen a la radio”- me pide con curiosidad, lo hago y hablan sobre una protesta en Marruecos, “Eso se veía venir”- dijo Sara, “Los franceses no deberían de haber hecho ningún ensayo… ¿cómo se dice?”- intente responderle, pero ella prosiguió “nucleares, eso… ensayos nucleares”- se acerco, unto mantequilla en el pan, tomo la tetera con el agua ya hervida y la vertió en las tazas. Disfruto del aroma a café, apago la radio, prendo el televisor y nos quedamos con nuestras bandejas sentados frente a él, nos silenciamos, solo se escuchaba lo que salía de la pequeña caja, de vez en cuando el sonido de un sorbo de café, algo de respiración.
Sentarse frente al televisor se transformo en una rutina, cerraba el quiosco de periódicos, pasaba por el almacén, compraba comida y al llegar a casa me sentaba en el cómodo sillón que compre especialmente para ver televisión. “El sillón es demasiado grande” – decía Sara mientras lo bordeaba e inspeccionaba de arriba abajo, “Es perfecto”- le dije, pague en efectivo al vendedor y cuando llegamos al departamento fue un lío subirlo hasta el piso seis, si no fuera por un par de vecinos que ayudaron, a lo mejor hubiese considerado devolverlo, pero no lo hice y ahí estaba siempre a mi disposición dispuesto a cumplir mi obsesión.
Al comienzo no me di cuenta que era una obsesión, ni siquiera fui capaz de verlo cuando Sara me lo enrostraba. Recuerdo aquella vez que venia del trabajo y la encontré sentada en el sillón, sus ojos estaban clavados en una profunda rabia proyectada hacia la ciudad, “ya no aguanto más Jaime” – su voz quebrada, contenida, intentó decir algo más pero su rostro se perdió entre sus manos y comenzó a llorar. Le acaricie la espalda, pase mis manos en su fino cabello, bese su frente, se levantó con furia y cerró con fuerza la puerta de la habitación, me encogí de hombros, saque una cerveza del refrigerador y me senté a ver un talk show. Creo que me quede dormido y estoy casi seguro que ella fue quien desconecto el aparato a media noche. Acción que no pude corroborar porque Sara no volvió ese día a casa, ni el siguiente, ni el siguiente.

Si, me abandono y aprovecho de llevarse todo en algún momento que no me encontraba en casa. Un día al volver del trabajo encontré el televisor y el sillón en medio de un vacío perturbador, pero si encendía el pequeño aparato todo parecía llenarse. Y ahí me quede sentado, con una cerveza en la mano mirando programas nocturnos.

Poco a poco deje de cumplir con mis obligaciones, olvidaba abrir el quiosco, ir por la mercadería, a veces simplemente dejaba pasar los días confiando que mis ahorros durarían lo suficiente. El polvo, las botellas, la basura se acumuló por todos lados y aún así no me daba cuenta de nada, solo al momento de leer una notificación que me avisaba de la inevitable quiebra de mis finanzas. Solo en ese instante me di cuenta que era un adicto al mundo encerrado en la pequeña pantalla blanco y negro.

Un día se acabo la comida, las cervezas y todo lo fundamental. A regañadientes decidí salir de compras, pues no quería perder ni un segundo de la programación. Era de noche, una noche fría. Me abrigue con un chaquetón, gorro y bufanda y camine un par de cuadras, las calles casi vacías, poca gente transitando, negocios cerrados. Seguí caminando, debía encontrar algo donde abastecerme.

A lo lejos vi la luz de lo que podría ser un negocio cruzando la esquina, apresure el paso. El sonido de las monedas en un tarro me desconcentro, era un mendigo sentado entre cartones pidiendo limosna, su aspecto era repulsivo, cadavérico, y emanaba un olor nauseabundo, acelere aun más el paso, baje la cabeza y choque involuntariamente con un joven que repartía volantes, me miró con desprecio y me entregó el papel, quise pedirle disculpas por mi imprudencia pero al voltearme no lo vi por ninguna parte, mire el folleto, lo guarde en el bolsillo de mi chaquetón y cruce la calle, entre al negocio y compre lo necesario. Al salir aún terminaba de guardar el dinero que sobro de la compra, al sacar la mano cayo el papel, lo recogí. Era publicidad de un nuevo canal de televisión, tenia impreso la imagen de un payaso apuntando con el dedo índice y decía: “Canal 6, las chicas de tus sueños solo para ti”. Lo mire por varios segundos, me recordó al Tío Sam con su consigna “I want you U.S Army”, pero esto era un payaso, de esos que nunca me gustaron. Recuerdo cuando mi madre me regaló uno de trapo, lo metí al closet y nunca más lo saque de ahí, volví a mirar el folleto y tuve la sensación que lentamente el payaso esbozaba una sonrisa diabólica, asustado solté el papel de mis manos, lo miré y el viento se encargo de llevarlo lejos de mi, observe como volaba y se quemaba en una pirueta enloquecida por los aires, no podía ser posible, no tenia sentido, escuche que la brisa vibraba como risa estridente sobre mi hombro, me encogí, me sentí pequeño, estremecido acelere el paso, pero fue entorpecido por el mendigo quien tomo de mi pantalón, intente zafarme, al mirarlo tenia la misma sonrisa perversa de aquel payaso, forcejeé el pie hasta que logre soltarme de sus horrendas manos huesudas. Camine apresuradamente y no pude evitar recordar a Sara y mi adicción por aquel maldito televisor. Al llegar aún me encontraba perplejo y decidí no encender el televisor, al menos no esta noche.

Me acosté a dormir en mi viejo colchón, las sábanas se encontraban frías y ásperas, di vuelta de un lado a otro, hasta que conseguí ponerme cómodo y conciliar el sueño. No podía dormir, sin darme cuenta caí en un sueño profundo donde las imágenes de una vida plena giraban alrededor, sonreía y gozaba con los cuadros que se dibujaban en el entorno, trataba de alcanzarlos y estos se alejaban cada vez que lo intentaba, corría por alcanzarlos, pero cada vez se alejaban más y más, de un momento a otro deje de sonreír, ya no me parecía graciosa la situación. Cansado, me senté en la orilla de un camino de tierra, escuche música, parecidas a la de los circos cuando llegan a la ciudad. A lo lejos observe que se acercaba una larga fila de carros alegóricos, era una fiesta con música, danzas, todos reían y cantaban. Los carros iban adornados con alegres colores, muchos globos y luces, se escuchaba como la multitud alzaba las palmas al son de la música. Sin saber como, me vi rodeado de las mismas personas que seguían los mágicos colores del circo. Los carros transitaban frente a mis ojos repleto de mujeres hermosas, con los cuerpos semidesnudos, la piel luminosa, adornadas con plumas y lentejuelas, todas sonrientes, era hermoso y sublime, lo contemplaba atónito, con la boca abierta. Un sueño mágico, indescriptible. De pronto el espectáculo se distorsiono, los colores desaparecieron y todo se torno blanco y negro, las muchachas se transformaron en horrendas viejas arrugadas, raquíticas, con la piel pegada a los huesos, con miradas ojerosas y tristes, demacradas y encorvadas. Los carros pasaban eternamente ante mis ojos, era escalofriante, perturbador. Me restregaba los ojos, pero la imagen era cada vez más confusa. El payaso del folleto apareció ante mis ojos, riendo y bailando, desafiante, sonriendo diabólicamente como lo hizo antes. Desperté aterrado, transpirando, casi sin respiración, la ventana se abrió repentinamente y un fuerte viento entro en la habitación, miles de papeles entraban volando violentamente, el viento amaino y un papel se poso justo a los pies de la cama, lo cogí: “Canal 6, las chicas de tus sueños solo para ti”. Estaba confundido, el miedo se apoderaba de mí, mire el papel y lo rompí en mil pedazos. El televisor se encendió sin razón alguna y ahí estaban las chicas bailando junto al payaso, seduciéndome con bellas sonrisas y cuerpos encantadores, me quede hipnotizado mirando el pequeño televisor, “Ven, ven…”- me decían, atrayéndome hacia ellas, vi que sus manos salían de la pantalla intentando tomar de la mía, a paso lento me acerque cada vez más a la caja en blanco y negro. Frente a la pantalla, era solo una perturbación mía, las hermosas mujeres no salían de la pantalla, estaban dentro del televisor riendo y jugando, ellas insistieron que las tocara y así lo hice. Hipnotizado por su belleza, no aparte mis ojos ni mis manos de la pantalla, sin darme cuenta las estaba tocando de verdad, podía sentir su aroma, su piel, mi cuerpo excitado, lo estaba disfrutando cuando el payaso lanzó una carcajada histriónica y con su dedo índice señala una ventana, me acerque a mirar y vi mi departamento, mi sillón, el vacío de mi habitación, al voltear estaba solo, no se encontraba ni el payaso, ni las hermosas mujeres, me encontraba en un vacío blanco, sin cielo, ni superficie, el silencio era sepulcral.

Me dormí no sé por cuanto tiempo. Desperté con la voz de Sara llamándome a lo lejos, mire por la pequeña ventana y ahí estaba ella caminando de un lado a otro en el departamento. Yo se que me buscaba. Comencé a gritar y a golpear la ventana desesperadamente “¡¡aquí!! ¡¡Aquí!! ¡¡Saraaaaa, estoy aquiii!!”- le grite una y otra vez, golpeando la ventana angustiado, llorando, “¡¡Saaarrrraaaa, aaaccccaaa!!”- decía incesantemente, mis puños rebotaban en el vidrio con fuerza, “¡¡Saraaa sacame de aquii!!”- volví a pegarle a la ventana con la palma abierta, cerrada, con los puños. “Al parecer no se encuentra en casa”- escuche decirle a una persona que la acompañaba, “pero su televisor esta encendido ¿Qué extraño?”- se acerco a la pantalla, la miró con extrañeza, seguí gritando con más fuerza pero ella no escuchó.

“Apagare este maldito televisor”- sentencio Sara y el vacío blanco donde me encontraba se oscureció.