Friday, December 18, 2009

ADICTA AL CAFÉ





Hace un tiempo me hice adicta al mokaccino, esa suave mezcla de café con chocolate y leche se hizo parte de la rutina diaria. Ahora lo disfruto cada día en un café del centro junto a mi notebook siempre abierto y conectado a internet. Todas las tarde antes de regresar a casa paso por el mismo café del centro. Siempre bajo al subterráneo, me apodero de una mesa con un cómodo sillón y ahí disfruto de mi café, sin antes, agregarle esencia de canela.

Una tarde lo vi bajar, de lo que después me entere, eran sus compañeros de trabajo. Era un ex-compañero de universidad, de esos compañeros que solo viste en un par de ramos comunes, de esos a quienes te daban ganas de intercambiar un par de palabras, de esos que alguna vez quedaste mirando largos segundos en tardes de aburridas oratorias.

En ese instante me quede atrapada entre su cabello, sus ojos y el jersey que llevaba sobre los hombros. Se sentó al otro extremo del local y yo, como una adolescente me escondí detrás de mi notebook. Lo observe la media hora que se demoraron en tomar el café. En silencio dibuje todo los movimientos que hacia para llevar el vaso acartonado de café a sus labios.

Como estaba embobada, no me di cuenta que se había levantado de la mesa y ahora estaba a mi lado con sonrisa radiante. Me saludo como si hubiésemos sido íntimos amigos en la universidad, intercambiamos un par de palabras, número telefónico y mail.

Los días seguideros quedamos de vernos en el café del centro.

Ese día no deje de mirarlo directamente a los ojos, sin darme cuenta le coquetee por largos minutos de conversación, fue un impulso incontrolado, una emanación de energías de deseo que solo aparecen y dejas que salgan. Él también hizo lo suyo.

De piel a piel, mano a mano. Los dedos juguetean intentando rozar, evadir, tocar a veces el dedo opuesto. El labio baja por el cuello hasta el hombro, mientras la otra aprieta los labios con fuerza. La mano baja por la espalda contraída, avergonzada. La piel erizada, húmeda, pegada. Las lenguas mezcladas como golosas pegatinas. Saboreadas como caramelos.

Apreté las piernas. “Están cerrando el local, creo que ya debemos irnos”. Desperté del letargo y el dulce sabor a chocolate que bajaba por la garganta se hizo realidad.

Caminamos tomados del brazo hasta el paradero. Sin palabra alguna nos abrazamos mientras el recorrido paso sucesivas veces y yo en silencio no quise alzar mi brazo para hacerlo parar. Sentía su respiración cerca de la mía y su corazón exaltado casi atrapaba el mío.

Creí que la noche se cerraría con el beso que había visualizado en el café. Subí al bus y aún creo que le debo robar más que un beso.

Wednesday, December 09, 2009

Cumpleaños




Di tres golpes en la puerta,
esperé con el pulso agitado.
Nadie abrió la puerta,
varios días estuve sentada por una señal.

Volví a la casa vacía,
a la casa con un proyector de historias
¿Quiénes eran en verdad?
¿Quiénes fueron?

En el calendario marcaba una fecha de cumpleaños,
en el velador la invitación.

¿y si nuevamente no abren la puerta?
Quise lanzar una carcajada,
pero el alma destruida ya lo olvido.

Nadie quiere cerrar la puerta en un día así,
Es a los vagabundos a los que le dicen: ¡No entre!

Erzsebet

Wednesday, November 11, 2009

CAFÉ



Extrajo una palabra desde el fondo de la garganta
depositándola en la taza de café,
bebió el dulce brebaje
infusión de chocolate, vainilla y canela

Lo miró,
pensó por un momento que sus labios transmitían ese sabor.
Se amparó bajo la luz de sus ojos, como ilusión luciferiana.

Soñó,
a un hombre que surca cicatrices en la tierra
dirigiendo a los espectadores al infierno.

Extrajo un pedazo de corazón
y lo depositó en un caldero mágico,
soñó que besaba esos labios resecos,
sintió como su alma huía despavorida.

Oyó a lo lejos los cadáveres iniciar la danza,
como demonios en la cabeza
saltaban dando botes sobre las neuronas difuntas.

El café no era más que una ilusión
de los residuos de sangre en la corteza fantasmal,
construyendo un cuerpo de amargura.
Uno que no había dudado en explorar.

Erzsebet

Monday, November 02, 2009

LECTURA MORTAL


Como todas las mañanas tiene programado el televisor para que se encienda a las 7:15 AM, es su única forma de despertar. Las noticias de la mañana muestran un grupo de bomberos, están consternados, son imágenes de la madrugada, dicen que un joven de unos 35 años ha muerto calcinado bajo extrañas circunstancias. Toma el control remoto y aumenta el volumen del televisor.

Al inicio del verano se sentía muy sola. La casa en “El Quisco” se había llenado de amigos de su hermana mayor. Graciela era como una sombra gravitando por los rincones de la casa. Muchas veces pasaba horas sentada en una enorme roca a la orilla del mar, con sus brazos bordeando sus piernas, con la cabeza escondida entre sus extremidades, para escuchar solo el sonido del viento y las olas golpear con fuerza. Un día se quedo tanto rato en esa posición que no se percato que se había puesto el sol. De pronto sintió un frío viento penetrar hasta los huesos, reaccionó y sin mirar al frente, camino cabeza gacha, surcando los bordes que su memoria reconocía a cada paso que daba.

Al llegar a la avenida principal, su concentración fue interrumpida por las personas que caminaban de un lado a otro, música en los locales, ruidos de motores de autos que van y vienen, vendedores ambulantes, los típicos hippies que llegan en esa época del año a vender sus artesanías.

Sentada en el borde de la cama, mantiene el control remoto muy apretado, aún no despierta por completo, sube el volumen al televisor. Una reportera consternada relata los hechos: “En la madrugada de hoy, el cuerpo de bomberos de Talcahuano fue alertado por lugareños sobre un incendio que se había desatado en el Centro Cultural…”

A lo lejos se divisaba a un tipo parado sobre un cajón de madera con un libro en la mano y la otra apuntando el cielo. “Típico, un fanático religioso” pensó, al acercase, se dio cuenta que estaba recitando poesía, ella no era muy erudita con respecto a temas literarios ni nada relacionado. Como era algo nuevo para ella, se quedo escuchando sin despegar la mirada de los labios del muchacho, que sin preocuparse del mundo vociferaba sus poemas con particular expresión corporal y tono de voz. Terminada la muestra artística ofreció su libro a los espectadores, era sumamente económico, Graciela hurgueteó entre los bolsillos de su pantalón, contó las monedas, miró el montón detenidamente en sus manos, le alcanzaba y lo compro sin dudar. Él hizo ademán de buscar la mercadería y se lo entrego haciendo una reverencia de gratitud hacia ella. Rápidamente lo oculto entre sus ropas y caminó silenciosamente a casa. No quería que su hermana la viera entrar con el libro en la mano, porque sabía que se burlaría de ella.

Entró en silencio en la casa, todos conversaban y reían, moviéndose de un lugar a otro. Nadie advirtió su presencia. Se encerró en su pieza, se recostó en la cama, saco el libro entre sus ropas y lo abrió. En la primera pagina había un escrito a mano con lápiz pasta color negro: “Cuéntame que te pareció, con cariños Max” y al final de la pagina tenia escrita una dirección de correo electrónico. Ella experimento un nerviosismo que se atrapaba entre el pecho y el estomago, tomó aire y comenzó a leer los versos que la hicieron soñar con un amor inalcanzable, líneas trazadas con sabor a caramelo, dibujándose como un arco iris en el cielo. Después de leer un par de páginas, se quedó dormida con el libro sobre el pecho.

“El siniestro se declaró pasadas las 2:15 de la madrugada, aparentemente por un cortocircuito. Según el presidente del Centro cultural, Camilo Cepeda, el siniestro destruyó por completo las dependencias…”. Graciela, se dirigió al baño, bebió unos sorbos de agua y se mojó la cara para despertar.

Su hermana la despierta con bruscas risotadas, toma el libro alzándolo con una de sus manos, moviéndolo de un lado a otro, como queriendo dibujar un halo de paginas etéreas, haciendo piruetas con él de un lado a otro. Riendo a carcajada sale de la habitación para mostrar el trofeo a sus amigos, se mofan, ríen apretándose el estomago entre burlas y palabras, Graciela intenta quitárselo, no puede. Se lanza sobre su hermana como lobo defendiendo la manada, forcejean, su hermana logra zafarse, lanza el libro a uno de sus amigos, comienzan a pasárselos entre ellos. La escena se detiene, se miran desafiantes, su hermana dibuja una sonrisa placentera y diabólica, suspira por el triunfo obtenido, sale de la casa decidida, mira el fuego que sus amigos habían preparado en el quincho. Graciela, le grita un “NO” desesperado, no lo duda, lanza el libro al fuego.

Atenta mira el televisor, la reportera entrevista a los lugareños, quienes declaran estar horrorizados, jamás pensaron que algo así podría ocurrir. La noticia la choquea, ya no quiere seguir escuchando, cambia de canal, sin embargo en el noticiario del canal vecino reportaban la misma noticia. Las imágenes del Centro Cultural totalmente destruido taladró la retina de Graciela. Un extraño escalofrío subió por la espalda.

Inmóvil observó como las páginas se incineraban con el fuego, una lágrima tímida bajó por su mejilla, no la seco, dejo que bajara por el rostro hasta mojar parte de su cuello. Sin ánimos de nada, volvió a su habitación, se acostó y tapó hasta la cabeza, intentado recordar los poemas que alcanzó a leer, recordando el borde de la página, tratando de visualizar la dirección de correo en su cabeza, no lo consiguió. Se quedo dormida armando un rompecabezas de palabras sueltas en el aire.

En el atardecer del siguiente día, volvió a buscar al poeta, sin embargo él ya no estaba. Se sentó abatida en la orilla de la cuneta, con el rostro sumergido entre sus manos tratando de recordar. Ahí estaba la imagen de la dirección de correo electrónico. Corrió al ciber más cercano, se sentó decidida, entró en su casilla y redacto el mail.

Pasaron los días de verano y Graciela todos los días abría su casilla de correos sin respuesta alguna. Las esperanzas se disipaban, junto con el recuerdo de esa tarde.

Una tarde completamente olvidada, encontró en la pantalla ‹‹Tiene un nuevo mensaje de Maximiliano Correa››. Lo abre: ‹‹Dame tu dirección y te envió un paquete con el libro / Cariños / Max››. Ella sin dudarlo, teclea rápidamente su dirección y pulsa ‹‹enviar››

Transcurrió menos de una semana, cuando el cartero tocó el timbre de su casa y le entregaba un paquete. No era como ella pensaba, era una caja, de inmediato imagino que no solo enviaba el libro, sino algo más. Emocionada, le dio propina al cartero, cerró la puerta, corrió a su habitación sujetando fuertemente la caja con las dos manos, cerró con pestillo, se sentó en la cama. Cuidadosamente abrió la caja, lo primero que sacó fue unas notas escritas a mano, las dejo a un lado, después leería todo con calma, antes quería ver el libro, releer esos poemas que tanto la marcaron en el verano. El libro no estaba, en lugar de él había una prenda de vestir, un polerón negro, sucio, mal oliente, con olor a humo de leña, asumagado, como si hubiese pasado días cerca de un fogón. Graciela lo bota al suelo con rechazo, mete todo dentro de la caja rápidamente, corre al patio y tira la caja lo más lejos posible. Se sacude las manos, el cuerpo lo siente apretado, abre los ojos como platos, respira hondo, no entiende. Algo no estaba bien. Vuelve a su pieza, se queda parada detrás de la puerta temblando, se encierra, piensa que nadie tiene que saberlo, ese día no había nadie en casa. “Eso haré” pensaba, “mañana camino a la universidad me llevare la caja y pondré las cosas en mi casillero”.

Esa noche no durmió nada, el olor a humo lo sentía pegado en el cuerpo, como si ya fuera parte de ella. Sentía el olor por todas partes, en la pieza, en el baño, en el patio, en el aire, como una especie de contaminación generalizada. Mientras se duchaba el olor permanecía ahí gravitando con las partículas del vapor.

Bajó a tomar desayuno y le pregunto a su madre si olía algo raro en el ambiente, pero no, nadie más que ella lo percibía. Eso la perturbo al limite de no querer probar bocado alguno, cogió la mochila, salió al patio, buscó la caja, estaba entre el pasto bien al fondo. Nerviosa la tomó con las dos manos, y salio de la casa como si alguien la persiguiera.

En el paradero esperó impaciente el bus, miraba la caja a cada segundo, nada se divisaba a lo lejos. Los nervios la comían por dentro, lo único que deseaba era poner esas cosas en el casillero de la universidad. Se mordía los labios, miraba si se veía el bus a lo lejos.

En eso estaba, cuando se dio cuenta que una señora de avanzada edad sentada en el paradero, la observaba de pies a cabeza. La distrajo su particular forma de mirarla y no se percató cuando el bus paró frente a su nariz. Subió tratando de concentrarse de nuevo en el plan de llegar con la caja a la universidad, miró atrás y la señora también había subido al bus. Se sentó junto a ella. Graciela ya se encontraba más nerviosa de lo que estaba.

-Señorita, no se ponga nerviosa- le habló la señora, -pero creo que debe deshacerse de la caja que lleva- Graciela quedó perpleja y no pudo decir nada, apretó la caja con fuerza y se quedó mirándola.

Sus ojos traspasaban las imágenes del Centro Cultural totalmente destruido, el escalofrío se apoderaba lentamente de la espalda. Se queda inmóvil mirando el televisor, el control remoto lo mantenía apretado. Lo suelta asustada, este cae al suelo, como si todo sucediera en cámara lenta. Se destroza en mil pedazos. La periodista sigue hablando, pero ella solo ve como mueve los labios, intenta respirar, lo consigue, se concentra. –La única victima del siniestro ha sido identificado con el nombre de “Maximiliano Correa”-. Se le congela la sangre, cae abatida, no despega la mirada del televisor.

La señora le toma la mano –Tranquilícese, le diré que debe hacer- le dice, -No guarde esa caja, busque un sitio eriazo, procure que nadie la vea, rocié esas cosas con parafina, una vez que la encienda, camine, camine sin mirar atrás, verá que el hechizo se rompe para siempre, el olor a humo rancio se ira para siempre, ya nadie podrá hacerle daño-.
Graciela enciende un par de fósforos, la caja comienza a quemarse, suspira, le da la espalda. Camina, camina sin mirar atrás y la imágenes de aquel poeta leyendo poesía en “El Quisco” fueron desapareciendo lentamente, ya no estaba el sabor a caramelo, el arco iris dibujado con lápiz tinta en el cielo. El olor a leña desaparecía del aire junto con los recuerdos de aquel día que llego la caja a sus manos.

Erzsebet

Tuesday, October 20, 2009

CUANDO EL DEMIURGO HA SIDO CONDENADO



Señora, el miasma de su cuerpo es insoportable
¿Por quién me pregunta?
Creo que están en la habitación contigua.
Insisto, el olor a medicamentos ya se hace insoportable,
vaya de inmediato a recepción.

Sobre lo que expone,
lo siento, su hegemonía ya no es valida aquí,
puede guardarse sus monedas.
Debe dejar el calzado y sus ropas donde le indique,
ahí le darán una bata blanca.

¿Quiénes?
No!! los señores de blanco no trabajan en esta sección
¿Cómo dice?
Le explico, su examen toxicológico determino gran presencia de rencor,
odios infundados, egolatrías incurables.
Además, de un escaso historial de buenas acciones.

¿Ha recordado por qué esta aquí?

Tuesday, September 29, 2009

ÁNGELES POEMARIOS


Desvanecida en una duna,
el sol poco a poco absorbe las gotas de mis ojos
los cuerpos sobrevuelan la Santa Muerte
¿ella o él? No alcanzo a distinguir entre espejismo y sangre.

Las melodías calman el dolor,
el violín dibujado por el viento
y palabras hacia esos seres de negro.

¿ángeles o solo mi último sueño?
Versos regalados y perdidos en el espacio
cimentando la primera piedra para el castillo de cristal,
donde ya no existen dunas, ni cuervos
solo la imagen de un posible hombre con alas.

Tuesday, September 22, 2009

Rincones, Escena II


Escena II

El humo del cigarro llenaba el espacio, sin posibilidades de escapar. La música golpeaba su pecho. La piel vibraba en cada tum tum de la batería. El humo se pegaba en la garganta y la cerveza subía poco a poco en la cabeza.

Ella, sentada en la barra, con el cigarro encendido, le da una bocanada. Lo ve entrar por la puerta principal, se estremece, aprieta el estomago. No la ve. Ella siente el desprecio. Recuerda. Piensa con profunda tristeza.

“Te amaba, a ti y tus manipulaciones. Amaba tu indiferencia y odiaba tu olor a humo rancio y seco. Odiaba tu aliento a cigarro que se perdía entre las piernas. El sabor pegado en tu lengua áspera, aquella que pasaba repetidas veces entre mis piernas. Amaba como jugabas con mi cuerpo, cual Herbert West aniquila aquellos cuerpos congelados en un laboratorio decrépito. Amaba tus eyaculaciones apasionadas. Ese perfil que solo conocí bajo la luz roja de la habitación, entre melancolías decoradas de arte gótico y fotografías porno. Te ame con tus versos robados, tu vida de mentiras, tu mundo inventado. Te amaba con tu alma llena de odio. Con tu arrogancia carnicera. Con tus manos destripando mi cuerpo. Odiaba tu vorágine. Tu aroma a leña húmeda. Tu indiferencia, esa… esa, aún la odio. Pero amaba que amaras mis besos bajando por tu piel pegajosa. Ame… ame y odie, tus palabras destructivas. Ame tu cuerpo desnudo…”

Él se levanta de su asiento, le hace señas a la chica que esta enfrente y salen del bar. Ella ahora pide un vodka, lo bebe de un sorbo. Seca los restos de su boca con la manga, prende un cigarro y se pierde entre las cuerdas de la guitarra que aún suenan en el escenario.

-Fin de la segunda escena-

Erzsebet

Saturday, September 12, 2009

Rincones




Escena I

El humo cubre el espacio de un lúgubre bar. En el escenario, el saxofonista hace su trabajo sin importar lo que ocurre alrededor.

- ¿Dime? ¿Dónde lo has dejado? –
- Se ha ido –
- (golpe en la mesa) no es posible, esa cosa no puede caminar (con furia) –
- Entonces (duda) ya no existe –
- No me provoques niñita mimada, dime ¿dónde diablos lo pusiste? (amenaza) –
- No lo sé… te he dicho que no se dónde está. A lo mejor esta aquí (golpea fuertemente sobre su pecho, suspira) - pero no lo sé (de verdad no sabe) –
- Eres una estúpida mentirosa (enojado) – te he dado todo… todo lo que has pedido (amenazante) – debería de haber funcionado -
- Pues no (indiferencia) – nada (se encoge de hombros) –
- No juegues conmigo. No invertí todo esto (le tira un montón de boletas a la mesa) para que esa maldita máquina haya desaparecido –
- (encoge nuevamente los hombros, con los brazos muestra su alrededor) ¿la ves en alguna parte? ¿no? Pues no esta –
- (furia, ira, cólera) Todo este maldito tiempo perdido en ti (se mofa) mira (se luce) y mírate, te ves tan patética (se burla) – (se produce un silencio) – te preguntaré por última vez ¿dónde dejaste aquel corazón que mande a construir para ti?

Se apagan las luces a ese costado de la escena y se prenden otras, enfocando a dos tipos de vestimentas extrañas realizando una dudosa transacción. Uno le pasa un fajo de billetes y a cambio, le entrega una caja pequeña de cartón. Cuenta el dinero, esta correcto, se dan la mano como señal de cerrar el trato.

- Fin de la primera escena -

Friday, August 21, 2009

EL VULGAR BESO DE LA MUERTE


“ Vennient annis saecula seris / quibus oceanus vincula rerum
/ Latex, et ingent pateat tellus” (*)


Desde un horizonte dormido, viene viajando la muerte.
Entre sus dedos la cabeza del último entierro,
sus labios llenos de semen hablan de necrofilia.

... De un corazón robado, de los ojos de plástico.

Mas que plástico,
cristalizado por un mundo gris,
aglutinado de grasa inhumana.
Dentro de sus paredes estomacales.

En un sueño come las pesadillas
de estos gusanos terrestres.
Donde los remordimientos ganan la batalla,
de vidas futuras.

Los cerebros se esparcen ante actos pornos
y comienzan a masturbarse mirando fijamente a Dios.

Desde un horizonte dormitan los fantasmas pasados
y la muerte no deja de llenarse
de maquinas terrestres.


(*) Vendrá un tiempo / en que las ligaduras del Océano / se desataran y la vasta Tierra se revelara
Poema publicado en Circulo Literario de Maipú

Thursday, August 13, 2009

¿QUIÉN ELIGE?



¿Quién elige?

Que seamos parte de un ritual
o de unos hilos ociosos (...)
destruir sueños,
llenándonos de vida a costa de imágenes ajenas...

¿quién les da el poder?
De pisotear las flores del jardín,
de pintar las esculturas de otro color (...)

No es justo alejarse ni acercarse sin razón alguna,
ya no quiero ser parte de este juego......
no quiero oírte entre el viento, ni la quimera.

Solo quiero sentir tu energía desvanecerse a la distancia...
que los hilos tomen vida propia

¿Quién elige alejarse de tí?

Erzsebet

Friday, July 10, 2009

Déjà vu Cibernetico


Terminaba de leer un texto teatral de Jorge Díaz, se sentía como en un déjà vu constante, era como mirar la realidad con otros ojos, se veía fuera del cuerpo, como si recién despertará de un eterno sueño, su cuerpo estaba atrapado dentro de una cámara de video, mirando a través de un ojo digital. Como un espasmo se reflectaban los recuerdos mezclados con la obra teatral, el texto era parte de ella y no podía dividir las imágenes interiorizadas con su propia historia.

Hundió su cara entre sus manos, con desesperanza se sienta en la orilla de la cama “Nuncia… Renuncia… Anuncia… Nuncia” se repetían estas palabras una y otra vez como una gran voz proyectada con megáfono sobre el cerebro.

Se recostó e intento dormir, sus pies fríos no la dejaron, las imágenes rebotaban incoherentes en su mente, no sabe si logro dormir, estaba atrapada como en un sueño sublime. Una gran nube espesa se apodero de su cuerpo, respiro hondo, aspiro una espesa neblina negra, reacciono y corrió al baño a vomitar.

En sus recuerdos una noche descontrolaba se proyectaba sin cesar, la noche pegada a la retina, música, alcohol, ruido, mucho ruido, él, un número telefónico. Se estremeció, busco el celular entre sus ropas, apretó nerviosa los botones, menú, buscar, ahí estaba “Guillermo”. No lo llamó, pero su mirada y un “no debes estar acá” jamás se borraron de su mente.

Pasaron tres meses antes de decidir enviar un mensaje de texto “…. este es mi correo electrónico”, al instante apareció una ventana de conectado sobre la pantalla, no pasaron muchos días, ni conversaciones, cuando Camila decidió juntarse con él. No hay mucho que contar, un almuerzo naturista, unas cuentas cervezas en un antro de la ciudad, el cambio de fluidos entre sus labios y sus cuerpos marcaron el inicio del todo.

Camila parada frente a la puerta de Guillermo, con el cuerpo empapado, la lluvia cae intensamente, la luz del departamento se proyectaba tenue bajo la puerta. Su dedo tirita frente al timbre, esta apunto de tocarlo, cuando de pronto se abre la puerta. Ahí están cara a cara, ha pasado un poco más de un mes y él ya no respondió las llamadas, ella tiene los ojos llenos de lágrimas, lo mira tiernamente, él la ignora, no la ve y camina alejándose de ella, no se molesta en voltearse.

Paralizada, se le contrae el corazón y bajo la lluvia no entiende lo que esta sucediendo, él no la ha mirado, se confunde, se siente nuevamente dentro de la obra de teatro, como si el déjà vu volviera apoderarse de ella, su corazón lo siente atrapado en una pequeña caja, comprimido, no entiende.

“Te extraño” pensaba, su cuerpo no era capaz de moverse, mientras un flash intenso entró por su retina. Ahí estaba Guillermo, sentado frente al computador tecleando eufórico, el escenario era desolador, su habitación oscura, con miles de cables conectados en el suelo, tres trazas de café a medio beber, un cenicero rebalsado de colillas a medio fumar, los ojos de él hundidos en la pantalla, con barba de varios meses, balbuceando “ay Camila, Camila, jamás debí incorporar conciencia…”

Como un fantasma, un sueño, como un recuerdo se sentía dentro de un cuadro donde no podía salir. Ahí estuvo ella, parada frente al departamento de Guillermo por varias semanas sin saber que hacer. Efectivamente un nuevo software defectuoso no sabe que hacer si nadie vuelve a presionar la opción “Iniciar Programa”.

Monday, March 23, 2009

Recuerdos


Recuerdas aquel lugar donde solíamos empuñar las canciones en nuestras manos, saborear el sucio sonido de la guitarra eléctrica, aspirar el humo del cigarrillo ajeno, beber esa botella de ron que pasaba de mano en mano. Recuerdas que aquellas canciones nos encontraron, cuando buscábamos alimentarnos de nuevos sonidos. Recuerdas ese día que por primera vez nos mirarnos, saque un mechón de cabello que molestaba tu rostro, esa fue la primera vez que mi mano rozo tu piel. Recuerdas que muy cerca niños jugaban y gritaban, era un día de verano, febrero exactamente, te regale un libro con hojas de roneo, era un libro barato, de mala calidad, con poemas y cuentos en el interior también de mala calidad, sin embargo tu lo recibiste con alegría, se suponía que cambiaríamos un tape o un CD, sin embargo a cambio de eso te di un libro de mala calidad e igual sonreíste y como agradecimiento me regalaste el primer beso. Recuerdas que desde ese día ya no dejaste de llamarme.

Recuerdas que a los pocos días estabas aterrorizado, decías que solo éramos amigos, que ella aún estaba en tu corazón, yo te deje tranquilo con tus recuerdos, me fui de viaje por largo tiempo y al volver aún era tu amiga, siempre fue así, una amiga que solo querías proteger, siempre repetías que tu misión era cuidar a la dama blanca del bosque. Recuerdas como me acurrucaba atemorizada en tus brazos, como podía dormir con mi cabeza apoyada en tus piernas.

Recuerdas la primera película que fuimos a ver juntos, el primer helado, la primera barra de chocolate, la primera canción. ¿Lo recuerdas? Recuerdas aquellos poemas que deposite para ti en el buzón de correo en sobres de color. Esa fue la vez que logre que me miraras nuevamente y creo que esta vez ya no fue solo como amiga.

Recuerdas el viaje a Isla Negra, donde nos sentamos por horas en las rocas frente al mar, donde en silencio observábamos las olas romper junto a nuestros pies, mientras unas tímidas gotas de sal caían en nuestros rostros.

Recuerdas cuando una llamada telefónica cambio nuestro destino y decidimos estar juntos para siempre, que peculiar forma de hacerlo, siempre te costo mirarme a los ojos, incluso para las decisiones importantes, sin embargo eso jamás importo. No pasó mucho tiempo después de ese episodio y en un pequeño cuarto comenzó la historia más importante de nuestra vida, solo tú y yo en nuestro universo. Nos amábamos, solo eso era lo importante.

Faltaron muchas cosas, falto el trabajo, el dinero, pero no importaba, eso era lo de menos, ya que día a día nos amábamos más y más.

Aunque no sé realmente que paso al transcurrir el tiempo, no lo sé. No recuerdo exactamente cuando mi cama se quedo vacía y no sé realmente si ese día tome o no mis maletas o simplemente decidí seguir. Creo que tampoco recuerdas el día en que me llamaste Nora por primera vez y comencé a vivir en la Casa de Muñecas.
Erzsebet

Thursday, March 05, 2009

Un reencuentro con el Sur

Este texto que esta a continuación no lo habia redactado precisamente para este blog, pero debido a que no fue recibido como se merece, lo publico acá para compartirlo con los que deseen leerlo.

Quiero relatar este viaje según como deseo recordarlo, así como lo haría Fred, personaje de la película “Lost Highway” sin apoyo de fotografías, ni videos, solo como lo percibe mi alma, una realidad como deseo recordarla o relatarla.

Un domingo de febrero de 2009 viaje 1016 kilómetros desde Santiago al sur de Chile, el avión sobrevoló la geografía cruzando volcanes, esteros, ríos, lagos, atravesó la alargada costa hasta llegar en tan solo una hora y veinte minutos a la tierra embrujada del sur, no tan embrujada si, llegamos a la ciudad de Puerto Montt, en la ciudad se pierden los mitos, la gente olvida. Ese día el cielo lloraba, para eso estaba ahí, era un atardecer gris, húmedo, frío. Buscamos alojamiento en Angelmo, nos instalamos y caminamos bordeando el seno de Reloncaví en busca de un lugar donde poder comer algo y refugiarnos de la lluvia. En un centro artesanal no muy lejos de donde nos hospedábamos encontramos una cocineria abierta, donde nos sirvieron un tazón de té con una paila de huevo revueltos con queso, el pan era de panadería, nada del otro mundo, en nuestro alrededor los comensales pedían platos como salmón, pailas marinas, etc. después de ver eso nos arrepentimos de no haber pedido un algo así.

Al día siguiente caminamos por el frente marítimo desde Angelmo hasta el centro de Puerto Montt, llegamos al mall, que se encuentra ubicado al lado del mar, solo para encontrar una señal wi-fi y de pasada repusimos energías, una vez terminado nuestro objetivo marchamos rumbo a la Isla Grande de Chiloé, específicamente a la ciudad de Ancud. Viaje en tierra, cruce en trasbordador por el canal de Chacao, nuevamente viaje en tierra y llegaríamos a la ciudad de Ancud, debíamos viajar 95 Km. aproximadamente, ver la cordillera de la costa como se fragmenta en esta parte de Chile y encontrarse con una tierra deforestada, llena de leyendas y mitos, isla habitada por brujos antes que el gobernador Martiano decidiera enjuiciarlos tratando de limpiar los cielos de escobas voladoras, pero la gente sigue creyendo que aún habitan ahí. El paisaje verde, mezclado con la lluvia, el olor a mar y el viento soplando constantemente hace que sus habitantes mantengan vivo los mitos que atrapa a la isla.

Hermoso el cruce por el canal, un día nublado, algo de gotas a ratos, lobos marinos acompañándonos a la distancia. Al llegar a Ancud lo primero fue buscar donde alojar, nos costo encontrar algo que se ajustara a nuestras peticiones, de hecho al final nos adaptamos a las ofertas disponibles, fue buena decisión llevar bajo el brazo el “Chiletur” y acercarnos a las oficinas de Sernatur, siempre es un buen dato ir a las oficinas de turismo, recoger mapas y panfletos de propagandas sobre alojamientos y tours, de hecho ahí tomamos el dato para ir a las pingüineras, objetivo que nos había hecho viajar a esa ciudad. Una noche en Ancud, sin saber donde ir a comer no es muy recomendable, la ciudad de noche es extraña, sus habitantes son extraños, de mirada extraña, al primer restorán que entramos la gente ni nos miro, como si no existiéramos, al final decidimos irnos de ahí, la noche avanzaba y no sabíamos específicamente donde ir a comer, estaba todo cerrado, la lluvia había cesado y el frío no era insoportable. Esa noche creí estar caminando por la ciudad de los hombres peces, ciudad relatada en los cuentos de Lovecraft, creí que estas personas adoraban a Dagon o por lo menos si estarían dispuesta hacerlo si alguien se los proponía, singular ciudad de noche, brisa marina, oscura, extraña, la ciudad de los hombres peces.

Al día siguiente nos pasaron a buscar, destino: “Monumento Natural Islotes de Puñihuil”, que se dice lugar único porque anida dos especies de pingüinos: el Magallánico y el de Humboldt, se pueden ver también Nutrias de mar, Carancas y Cormoranes, donde además este monumento natural consta de tres islotes de origen volcánico lo que hace más interesante su visita. El paseo en bote comenzó con un día soleado, pero ya en la navegación el cielo no dejo de arrojarnos agua, lluvia, viento, agua por todo lados, risas, ya estábamos mojados por completo, mis lentes empañados y las risas volvieron cuando al bajarnos del bote el cielo se despejo y que mejor terminar esa odisea comiendo una exquisita empanada de locos con queso con un vaso de vino y una buena conversación con los integrantes del tours.

Al volver a Ancud nos arrepentimos de haber tomado la decisión de quedarnos una noche más en aquella ciudad. En la mañana emprendimos la marcha a Castro, capital de la provincia de Chiloé, en esta ciudad teníamos varios objetivos, el primero ir a visitar a unos queridos amigos, que por cuestiones de trabajo se trasladaron a esta parte de Chile; el segundo tomar un tour para comer curanto en hoyo y por último participar en la fiesta costumbrista que se hace cada año.

Y así lo hicimos, el primer día tomamos un tour, el recorrido fue el siguiente: de Castro salimos a las 10 a.m. camino a Dalcahue, palabra que en idioma Huilliche significa “Lugar de Dalcas” (las Dalcas son antiguas embarcaciones de origen “chono”). El “guía” turístico era un payaso, la verdad es que no hizo ningún aporte y al final del día termine odiándolo por cada bobada que decía, una vergüenza para los extranjeros pensaba, pero la verdad es que mejor trate de disfrutar del paisaje y no tome en cuenta su presencia. En esta ciudad se encuentra la iglesia “Nuestra señora de los dolores” declarada monumento nacional, hay un feria artesanal y un mercado nuevo, bellísimo, con vista al mar, con cocinerias donde se puede encontrar de todo, nosotros comimos unas empanadas de mariscos, la verdad es que no le apuntamos a esta elección, después nos enteramos que la especialidad son las papas rellenas. De Dalcahue nos fuimos a Tenaún, que en idioma Huilliche significa “tres colinas”, acá nos esperaba un trasbordador para navegar entre los canales a la isla de Mechuque. Esta experiencia fue maravillosa, o por lo menos así lo sentí, mi corazón se llenaba de emoción, el día era radiante, ideal. Al llegar a la isla, las piedras calientes estaban dispuestas para empezar con la preparación del curanto al hoyo: mariscos, cerdo ahumado, papas, chapalele, milcao, pollo, tapado con hojas de Nalca. Nos explicaron el proceso y luego debimos esperar. En ese ínter tanto caminamos por la costa, visitamos un museo deteriorado, mal cuidado y sin nada que mirar, que extraño, pero así son los museos en Chiloé, nada de cuidado y con muestras bastantes atípicas. En resumen nos comimos el curanto, caminamos hacia la cima de un cerro para ver en altura las otras islas que componen el grupo Chauques. También desde ese lugar se vería el volcán Chaitén, sin embargo, a pesar de que era un lindo día, una nubosidad impedía la visión.

Volvimos a navegar el canal hasta Tenaún, donde una vez en tierra visitamos la iglesia que también fue declarada monumento nacional y patrimonio de la humanidad, con respecto a este tema tengo varios encuentros con mi interior y uno de ellos es que no puedo comprender como se declara tanta importancia a la evangelización y a los periodos llenos de oscuridad y sangre en nuestra historia, la gente la mira con admiración, sin darse cuenta que admiran a la represión y la esclavitud, eso pensaba mientras miraba una iglesia de madera con muchos simbolismos, pero a la vez con repugnancia, tanta ignorancia pensé y decidí salir de ahí, me sentía sofocada.

Esta sensación se fue de mí ser cuando nos dispusimos camino a Tocoihue, lugar donde se puede apreciar una caída de agua de 45 metros rodeada de bosque nativo. Apenas llegamos corrimos hacia abajo, emocionados, extasiados, miramos hacia arriba, sentíamos el agua caer sobre nuestros rostros, yo reía sin razón, en realidad si, era la belleza de nuestro Chile, el motivo que me incentivó a ser geógrafo.

Al día siguiente nos quedamos en Castro, sin embargo fuimos a la feria de la biodiversidad, donde encontramos una granja educativa, muestra artesanal, un sendero mitológico, muchas cocinerias donde comimos mucho desde papas rellanas hasta salmón frito, acompañado de un rico vino y una linda conversación con personas que conocimos en el lugar, personas que nos llenaron de anécdotas y frases celebres que jamás olvidare y espero seguir en contacto con ellos.

Ya era día sábado y tomamos un bus hacia Cucao para visitar el Parque Nacional Chiloé donde nos encontramos con una predominante selva valdiviana siempreverde, que se mezcla con las del laurifolio y turberas. Antes de llegar al Parque lo primero que me impresiono fue el lago Huillinco, es hermoso, imposible perdérselo. Así como imposible no hacer el recorrido del Tepual en el parque o el de la playa junto a las dunas y el mar, ese día para mi fue maravilloso y lo mejor es que junto a nuestros amigos terminamos el día con un gran asado de despedida, ya debíamos volver a Puerto Montt y terminar nuestro recorrido, el clásico: Puerto Varas, Laguna Verde, Salto del Petrohué y Lago de todos los Santos, lugares que siempre visito cada vez que voy a Puerto Montt, sin embargo esta vez hubo algo distinto, en los saltos había un viaje en lancha que existe solo desde Octubre del 2008, vimos que se daba vueltas bajos los saltos y la gente quedaba extasiada de emoción, como no quisimos ser menos, nos subimos a la lancha, experiencia imperdible, sin embargo el bus nos dejo botados en el parque nacional y fue larga la espera, pero valió la pena.

Si se quiere renovar energías o meditar, la magia de sur de Chile es la mejor medicina, mirar el mar, empaparse de la brisa marina, del cielo, de los árboles, de las personas, siempre se puede aprender más y crecer más, en el sur siempre he encontrado la inyección necesaria para seguir adelante.

Erzsebet

Friday, February 13, 2009

Carta de Amor

Amor dudoso:

No he dormido pensando en como explicar tus dudas sobre la realidad de mi existencia o la veracidad de los sucesos entre tú y yo. Tú dudas, no sabes si es un sueño o un mundo paralelo inventado, transmitido y transferido a tus sentidos por una gran máquina de conexiones intrasensoriales. Crees que nada es verdad, solo sabes que lo puedes comparar con un sueño o una realidad teóricamente indemostrable.

No sé que reacción bioquímica surgió cuando nuestros ojos se cruzaron por primera vez. A lo mejor ya éramos parte de una existencia y el amor nació de una singularidad espaciotemporal jamás entendida, como el Big Bang o nuestro amor transformado en una gran esfera celeste de energía que colisionó con la tierra, en el caso Roswell y ahora solo nos volvemos a encontrar.

Quizás sea sólo un sueño, uno donde solo deseo trazar una trayectoria que llegue directamente a tus labios. Amarte bajo la sombra de los árboles y reescribir las páginas entre las agrupaciones de estratos geológicos. Convertiría mi amor en materia extraña para construir el puente de Einstein-Rosen para viajar hacia el extremo de tu corazón y atrapar ese sentimiento en un teseracto.

He comprendido que somos una dimensión desbordante de amor, donde como dos partículas elementales, construiremos el inicio de este nuevo universo. Tú y yo somos el equilibrio de la radiación térmica y juntos somos la mejor explicación a la mecánica cuántica.

Somos una realidad dentro de un sueño que no quiero despertar, te veo dentro de mi corazón atado a mi alma, como una melodía tocándose al unísono, amándote, soñándote.


Thursday, February 05, 2009

TV BLANCO Y NEGRO, PARTE II

En esa época tener un televisor en blanco y negro era un lujo, solo accesible para quienes tenían un poder adquisitivo considerablemente alto. Ese pequeño aparato proyector de imágenes, fue la causa de mi separación con Jaime, ponía especial atención a esa caja cada vez que llegaba del trabajo, como hipnotizado pasaba horas y horas sentado delante de ella, con los ojos compenetrados hacia otro mundo. Yo creo que no le importo que tomará todas mis cosas y me marchará de la casa, arrendé un departamento con una ex-compañera de universidad y seguí con mi vida, sin embargo Jaime volvía a mi mente cada vez que pasaba por una tienda que promocionaba la venta de esta tecnología, era inevitable sentir rabia de sus acciones y del poco cuidado hacia la relación, sin más, Jaime entraba a mis recuerdos cuando una de esas pantallas se encendía delante de mis ojos.

Él poseía un quiosco de periódicos en el centro de la ciudad, muy cerca de la oficina donde trabajo y a diario evitaba caminar por esa parte de la calzada. Pero era habitual que mis compañeros de trabajo le comprarán el periódico por las mañanas y cuando Jaime no abrió más el negocio, fui la primera en enterarme.

Pasaron varias semanas y el orgullo me impidió preocuparme más de la cuenta, sin embargo mi conciencia no me dejaba en paz, sabía que era el único apoyo que tenía en la ciudad, así que decidí ir a visitarlo. Aún conservaba las llaves del departamento y le pedí a un compañero de trabajo que me acompañara.

Al llegar el olor a encierro era intenso, el departamento era un desastre, papeles por todos lados, el colchón en el suelo, el sillón frente al televisor encendido y Jaime no se veía por ninguna parte, lo llame, lo busque, pero nada, no estaba por ninguna parte, apague el aparato, di una última mirada y nada.

Me encogí de hombros y redacté una nota para acusar mi presencia en el lugar, advirtiendo que independiente de lo ocurrido, aún me preocupaba su existencia. Me retiré del lugar con un halo de esperanza de que él respondiera a mi nota, pero no fue así, pasaron varios meses y nada se supo.

Angustiada de la desaparición, puse una constancia en la policía, llame a todos los hospitales y morgues del país. Jaime no aparecía hace más de un año y mis energías puestas en su búsqueda fueron tales que el dinero ya no me alcanzaba para pagar el arriendo.

Tomé la triste decisión de habitar el departamento de Jaime, a pesar de los malos recuerdos, en mi corazón existían momentos bellos que pase junto a él y aunque no sabía nada de su existencia, depositaba una pequeña esperanza en mi alma de que él aun estaba con vida.

Reconstruí el departamento, poco a poco le di vida al lugar, volví a mi vida normal, al trabajo, a mis amigos e incluso comencé una nueva relación, que al tiempo, sin darme cuenta, ya estaba viviendo conmigo en el departamento.

Un día al volver del trabajo, mi nuevo compañero, Gastón, tenia todo desordenado, le había dado la locura por el orden, pero más que orden era un caos y dentro de todo ese caos estaba el televisor blanco y negro que tenia guardado secretamente en el closet. Yo quede perpleja, ese televisor estaba vetado para mí y eso incluía a todos los habitantes de la casa. Gastón con una sonrisa dijo “mira lo que tenias bien guardado”, se me pusieron los nervios de punta y le advertí que no lo tocará. Con ademán de no tomarme en cuenta, instaló el TV en el living, “es una buena adquisición” y procedió “de vez en cuando no nos hará mal”. Prometí no tocarlo, era la causa de mi separación anterior, sin embargo le dejé claro que si quería ver la televisión lo hiciera en las horas en que yo no estuviera en casa. Y así sucedió, jamás encendió el televisor cuando estábamos juntos.

En los días que siguieron, Gastón, empezó a tener un singular comportamiento, todas las noches se levantaba sonámbulo, balbuceando palabras incoherentes. En ocasiones me despertaba y lo encontraba de pie, al lado de la cama encorvado, con las manos alrededor del cuello, tosiendo, como queriendo expulsar algo desde el interior, ahogado. Siempre trataba de tranquilizarlo para que volviera a la cama y a la mañana siguiente, jamás recordaba estos acontecimientos y menos aún recordaba que era lo que había soñado. Al principio asocie la situación al stress laboral, ya que era la mejor respuesta que podía tener en ese momento.

Una noche advertí que estaba de pie sobre la cama, la luz encendida y los brazos extendidos hacia el techo, observando el cielo como idolatrando a alguien supremo o a la luz, no lo se con seguridad. Claramente estaba sonámbulo, pero esta vez si recordaba el sueño:

“Recuerdo que caminaba por un parque de diversiones, con juegos de entretenimientos: montaña rusa, la rueda de la fortuna, stand de tiro al blanco, carros de comida, vendedores de globos y otros. El sonido del parque de diversiones saturaba el lugar, muchas risas y voces de las personas que se recreaban. Lo que llamaba mi principal atención era la carpa central de color negro que se erigía en el centro, su forma consistía en varios picachos lúgubres y tenebrosos, con una nubosidad gris que no se despegaba del cielo. De pronto, me vi parado solo frente a la casa de tela y sentí que todo desapareció a mí alrededor. Por alguna extraña razón me sentía atraído por la carpa de circo y camine sin pensarlo en esa dirección, no alcance a llegar cuando las nubes grises empezaron a girar en torno a ella, como un ojo de tornado sobre el cielo. No podía despegar la vista del centro del ciclón, porque observaba que una luz brillante luchaba por salir del centro y me intrigaba saber si vencía la luz o el caracol gris. Finalmente, del centro del tornado se abrió un portal y me dieron ganas de entrar en el él, en ese instante desperté con los brazos extendidos hacia el techo y tu mirándome muerta de miedo desde la cama.”

Sin duda el sueño era extraño, pero ¿quién no ha tenido pesadillas o sueños raros? Todo el mundo los ha tenido, sin embargo Gastón no dejaba de tenerlas y cada noche se hacían más intensas. Varias veces despertó gritando “la guerra… la guerra… la guerra” o diciendo “solo converso con el gran barón… esta ahí el gran barón” y es ahí que no estoy segura si yo también lo soñé pero observe que movía sus manos y que en una de ellas tenia una esfera luminosa, que parpadeaba cada vez que subía y bajaba los brazos.

Yo tenía mi teoría, no era el stress laboral que provocaba todo esto sino más bien el exceso de televisión, estaba casi segura que ese aparato electrónico lo volvía loco, ya que cada vez que llegaba al departamento lo encontraba encendió con esas hormigas chirriando y ni siquiera se dignaba en apagarlo, era como una necesidad para él tenerlo encendido. Incluso a media noche se levantaba para sentarse frente a ese artefacto.

Una de aquellas noches, donde las pesadillas se apoderaban de Gastón, se levanto sonámbulo, no quise despertarlo y opte por seguirlo en silencio. Caminó hacia el living, se sentó frente al televisor blanco y negro como si esperará que se encendiese solo, balbuceaba incoherencia como exigiendo que comenzará el show. Resignada volví a la cama para tratar de dormir, pero de pronto un estruendo retumbó en todo el departamento, asustada me levante rápidamente y corrí hacia el living. Gastón no estaba, lo busque por todos lados, incluso salí del departamento y corrí escalera abajo pensando que había salido, no estaba, no estaba por ninguna parte. Volví al departamento, todo estaba en silencio y del aparato electrónico emanaba humo negro, como si estuviera incendiándose, me acerque horrorizada, con las manos trataba de despejar la humareda, tosía con dificultad, el polvo entraba por mis pulmones, estaba ahogada, el humo se esparcía por cada rincón. Cuando de repente, de la nada, la pantalla del televisor absorbió todo el humo y se quedo encendida con las hormigas chirriando sin cesar.

Erzsebet

Tuesday, January 20, 2009

Maquetas, Parte II

Desde aquel día, don Jorge no volvió a sentarse en la esquina de la calle, la cual se convirtió un tanto triste y desolada, sin embargo el recuerdo de su rostro y sus manos extendidas ofrendándome aquella maqueta no lo podía sacar de mi mente. Muchas veces recostada en el sillón miraba perturbada la representación perfecta de “La Pila de Ganso”, me quedaba horas observándola sin acercarme, encendía un cigarro, preparaba café y no sacaba mis ojos de ella, a veces camina a pie descalzo al balcón con esperanza de encontrarme con sus miniaturas exhibiéndose en la calle, a lo mejor debería de haberle agradecido por el regalo, pensaba, pero el escalofrío que subía por mi espalda recordando su aspecto saturaban de negro profundo mi corazón y mi alma volvía a rechazar su presencia, y luego pensaba que era mejor que ya no rondara más las calles cercanas del edificio. Si, los deseos eran contradictorios, pero quién no los ha tenido.

Una noche con Gustavo regresábamos de una comida de ex-compañeros de la universidad, habíamos tomado unas copas demás, nos encontrábamos alegres, riéndonos del encuentro, de las historias relatadas, al bajar del taxi mi rostro quedo perdido en la oscuridad al final de la calle, perdí el color de la piel creo, puesto que Gustavo me pregunto que ocurría y yo casi sin aliento le dije que entre las sombras me pareció ver a don Jorge mirándome de una forma espantosa y él con su sarcasmo habitual dijo “has tomado demasiado esta noche, necesitas descansar”, al principio me dio un poco de cólera que no creyera lo que decía, pero al entrar ya toda impresión desapareció.

Trate de dormir esa noche, trate digo, porque no pude cerrar un ojo sin evitar recordar esos ojos maléficos que me perseguían. Gustavo se encontraba profundamente dormido y como no deseaba interrumpir su sueño fui en busca de agua a la cocina, cuando regresaba tropecé con la estupida maqueta de micro, en ese momento no cuestione porque estaba sobre el suelo a la mitad de mi camino, la recogí y la puse en su lugar.

A la mañana siguiente desperté de un sobresalto, Gustavo estaba con la micro en la mano mirándola de un lado a otro.

- ¿Por qué estas con esa cosa en la mano? – le pregunte furiosa.
- Estaba acá en el velador – respondió y encogiéndose de hombros, reparo – estas un poco neurótica con esta cosa – y me la acercaba al rostro como burlándose y jugando conmigo, la aparte de mi rostro, se la quite de las manos y dando trancos la lleve al living, al mueble del equipo de música, el mismo lugar que se le había asignado el día que ese hombre me la obsequió.
- ¡Acá debe estar, este es su lugar, no en el velador! ¿entendiste? – le dije sobresaltada a mi pareja, pero él me miró con la misma sonrisa de siempre y siguió con lo suyo.

Me metí a la ducha un tanto alterada por la situación, sabia que Gustavo no había llevado la maqueta a la alcoba y también sabia que en la madrugada yo la cogí del suelo y la deje en el mueble del equipo de música, entonces no entendía como llego a mi velador, pensé sobre esto mientras dejaba que el agua se llevará el último residuo de polvo de mi cuerpo.

Trate de no pensar en esto, pero los días de ahí en adelante se tornaron más aterradores para mi, en la noches escuchaba el motor de una micro pequeña recorriendo el departamento y cuando me levantaba a investigar, la maqueta seguía en el mismo lugar. Llegué a creer que me estaba volviendo loca y paranoica con la situación, la observaba de lejos y no me atrevía a tocarla, como esto ya no me dejaba vivir en paz decidí botarla, pero cada vez que lo intentaba, al regresar al departamento la maldita maqueta se posaba radiante en el mueble del equipo de música.

Desde la última vez que intente tirarla comencé a sentirme observada, como si alguien mirará desde el interior de la micro y cuando salía al balcón muchas veces vi la sonrisa de don Jorge desaparecer en la esquina, como una sombra, como si supiera que en ese mismo instante él debía esconderse, como si leyera todos mis movimientos. Y muchas veces, pude vislumbrar que al voltearme hacia la maqueta ella tenía luces encendidas, repentinamente apagaba el motor y todas aquellas luces desaparecían.

Un día, ya saturada de angustia, decidí llevarla a un experto, un geólogo exactamente, quien me confirmaría de que material estaba confeccionada, si era de alguna roca conocida o no. Además, se me había metido en la cabeza que aquella cosa estaba embrujada o que poseía el espíritu errante de alguna persona o peor aún, que estaba confeccionada por el mismo demonio, no sabia exactamente porque pensaba estas cosas, pero tenia un presentimiento y me dirigí donde el experto, quien después de varias horas de análisis y una mirada atónita, perpleja y lúgubre, procedió así:

- Extraño, muy extraño – se tomaba el mentón con su mano, fruncía el seño y mojaba sus labios – no se exactamente – susurro – pero de algo estoy seguro, el material de confección no es de ningún tipo de piedra.
- ¿Entonces de que es? – pregunte nerviosa.
- Mmmm a lo mejor creerás que estoy loco, pero creo que es de hueso –
- ¡¡de hueso!! – dije gritando, con ojos sobresaltados y casi sin poder pensar bien las cosas - ¿Qué clase de hueso, se puede saber? – mis manos a esta altura sudaban nerviosamente. Volvió a tomarse el mentón, hizo unos sonidos con la boca y finalmente dijo que no podía ayudarme.

En el camino a casa me fui intranquila, tenía la maqueta en mi cartera y sentía que llevaba algo sin explicación, no podía dejar de pensar en la cara de ese sujeto tallando las maquetas como hipnotizado, en trance, el solo hecho de pensar en eso, los pelos se me erizaban y la espalda se contraía de escalofríos repulsivos.

Al llegar al departamento en la puerta del refrigerador había una nota: “te espero en el estacionamiento, con amor Gustavo”, salí en su búsqueda, sin embargo no era Gustavo quien estaba parado entre los autos, era don Jorge, quien con una sonrisa maquiavélica hizo una seña para que me acercara. En ese instante mis nervios se alteraron, mi corazón bombeaba a mil por horas y sentía que la respiración se cortaba cada vez que daba un paso hacia él. Detrás de mí escuche un ruido ensordecedor de un motor de auto, voltee, pensé en ese momento que venia hacia mi, no había nada ni nadie, gire nuevamente dándome fuerzas para enfrentarlo y ya no estaba, corrí al ascensor para volver a mi departamento, telefonee a Gustavo, se escucha bien, él estaba bien, el juego era conmigo, recordaba que ese día él decía que conocía a mi abuelo. Decidí incinerar la maldita maqueta y lo hice, quedo reducida en polvo, a cenizas, las cuales enterré en un espacio baldío muy lejos de la ciudad, mientras cavaba el agujero mi espalda se entumía, mis brazos perdían fuerza, sentía que estaba como trastornada, pero ya no sabía que más hacer, ya estaba enterrado, las cenizas estaban bajo tierra.

Creí que los ruidos nocturnos desaparecerían después de ese acto, pero no fue así, pensé que las sombras de aquel hombre no rondarían más por la calles pero tampoco fue así. A don Jorge no lo he vuelto a ver, sin embargo su presencia sigue dentro de mi departamento y sigue tras mi sombra como ave carroñera esperando que mis huesos se transformen en una más de sus maquetas.
Erzsebet

Tuesday, January 13, 2009

Maquetas, Parte I

Desde el primer día, que llegue a vivir a mi nuevo departamento ubicado en el corazón exorbitante de la ciudad, lo veía desde mi balcón en la misma esquina sentado con una paño exhibiendo maquetas de todo tipos de vehículos: camiones, autos, micros antiguas, bicicletas, motos, etc. Me llamaba la atención que miles de personas pasaran diariamente por esa esquina y nadie se detuviera a contemplar las pequeñas obras construidas a mano, hechas con sorprendente delicadeza. Una ciudad fría, siempre lo he pensado así, viviendo como si nada existiera a su alrededor excepto su sombra y respiración.

A las 7 a.m en punto me dirigía al trabajo a paso rápido como cualquier capitalino y él ya estaba en la esquina encorvado tallando sus esculturas como hipnotizado, como si estuviese sumido en un trance lleno de caos en su interior, siempre pensaba que al volver del trabajo me detendría a contemplar algo de su trabajo y quien sabe a lo mejor le compraría una maqueta de la Pila de Ganso, ese recorrido que me hacia recordar a mi abuelo cuando nos paseaba, y yo sentada en sus piernas con una sonrisa llena de alegría e ilusión por creer que manejaba esa enorme micro de fierro, con olor a fierro, con puertas mecánicas controladas por el chofer, dando boletos de papel y depositando las monedas en la caja de madera. Todas las mañanas lo pensaba, pero al volver jamás me detenía, comportándome como todos los zombies de la capital. Luego, con mi taza humeante de café, lo observaba desde mi balcón, algo había en aquel señor de avanzada edad que daba escalofrió pero no sabia exactamente que era, cuando la sensación fría recorría mi espalda, entraba al departamento y me recostaba con la mirada perdida en el cielo de cemento.

Día a día comencé a desacelerar el paso en la esquina donde se sentaba, descubriendo cada vez que observaba de reojo sus diminutas esculturas que eran de una perfección extraordinaria, si creo que hasta vi un hombre sentado en el manubrio en una de sus representaciones, sin embargo el olor a perro muerto que levitaba su rededor me asqueaba, así como también se me erizaba la piel al mirar sus ojos y encontrarme con una sonrisa diabólica, llena de dientes picados y torcidos, como si su alimentación diaria fuese de piedra volcánica u otra piedra que los tiñera de negro.

Así fueron mis primeros días en la capital, sin embargo el señor de las maquetas paso a ser como un recuerdo fantasmagórico en mi rutina, ya no pasaba tan a menudo por esa parte de la calle y los recuerdos escalofriantes de su apariencia desaparecieron de mi mente. Ya se acercaba mi cumpleaños número 25 y en lo único que pensaba era en la llegada de Gustavo, había estado de viaje por un par de meses en Europa, cosas de trabajo y no conocía como era el nuevo departamento, lo decore con todos los detalles que a él le gustan, me sentía vacía sin él, solo deseaba besarlo, los días eran eternos pero me tranquilizaba pensar que llegaría el día de mi cumpleaños.

Llegado el día, me levante de un salto de la cama, cantando: “Cumpleaños feliz, te deseo yo a ti… ya llega Gustavo …. Aaayyy que feliz soy….” Corrí a la ducha, me prepare rápidamente, a esa hora ya estaba el taxi esperando bajo la puerta del edificio.

- ¡¡¡Directo al aeropuerto!!! – le dije al taxista sonriendo como una adolescente.

El camino se hizo eterno, la ciudad atestada de tacos en cada una de sus calles, el calor cada vez se hacia más insoportable y el chofer con la manos apoyadas en el volante tarareaba una canción de Sandro, que basura pensaba, mientras miraba por la ventana y dibujaba en las nubes el rostro de Gustavo. Una vez en el aeropuerto, él se encontraba sentado sobre sus maletas con la cara que le llegaba hasta el suelo, con su cabeza apoyada en sus manos.

- ¡¡Gustavo!! – grite mientras me bajaba del taxi, él miró casi sorprendido, supongo que pensó que ya no vendría por él. Nos abrazamos y besamos por largos eternos minutos, hasta que el chofer comenzó a dar bocinazos y con una mano nos indicaba que no se podía estacionar en ese lugar. Subimos las maletas y al fin nos fuimos abrazados en el asiento trasero, me platicó de su viaje, de los asuntos del trabajo, de las anécdotas y en un lapso de silencio introdujo su mano en el bolsillo de su pantalón y saco un caja de plata envejecida, con tallados de arte gótico.
- ¡Feliz Cumpleaños Camila! – abrió la pequeña caja y en su interior había una hermosa cadena de plata con una medalla que tenia tallada un dragón. Él sabe que me gustan los dragones, sonreí y lo bese por todo el rostro llena de felicidad. En eso, ya habíamos llegado al departamento

Mientras bajábamos las maletas mire hacia la esquina, el viejo no estaba, suspire como aliviada y un poco desconcentrada seguí ayudando con el equipaje. “¿Pasa algo?” preguntó y su mirada siguió la mía hacia esa calle ausente de aquel señor, “No, no, no pasa nada, vamos a entrar de una vez” y la complicidad nos atrapo bajo el sol que nos envolvía.

Esa tarde no salimos del cuarto hasta la llamada telefónica de mi hermano avisando que en unos minutos llegaría en el auto para ir a comprar todo lo relacionado con el cumpleaños. Y así fue en resumen: salimos a comprar, preparamos las cosas, llegaron los invitados, bailamos, cantamos, conversamos, la noche pasaba y todos con un poco de residuo alcohólico en las venas contaban alguna que otra anécdota que nos hacia reír a carcajadas, algunos en la mañana se recostaron en los sillones del departamento, otros se fueron y uno que otro seguía en el balcón fumando y tomando, observando como la mañana avanzaba y ellos resistiendo hasta el último.

Con Gustavo nos recostamos en el sillón abrazados, con mi cabeza apoyada en su pecho, él me susurraba al oído, lo cual provocaba dibujar sonrisas coquetas para él. A eso de las 10 a.m. mi cuñado abrió la puerta, miro extrañado para todos lados y grito “Camila, un sujeto te busca”, “¿Quién es?”, “No sé, no lo conozco” y esperó en la puerta hasta que me acerque.

En el umbral estaba parado el extraño sujeto de las maquetas, desconcertada no sabia que decir, quede enmudecida, mi cuerpo se enfrió en segundos, me pregunte como sabia donde vivía, si acaso el me había visto caminar por su esquina, me hice miles de preguntas en solo un par de segundos, sentí a Gustavo tomar mi mano por detrás, se dio cuenta de lo perpleja que estaba.

- ¿Le puedo ayudar en algo? – le pregunto y el sujeto levanto sus dos manos, poniendo frente a mi la maqueta mejor construida y tallada del recorrido “Pila de Ganso”. Quede inmóvil, mis labios se secaron de la nada, no podía hablar.
- Le traigo este regalo de cumpleaños a la señorita Camila, yo conocí a su abuelo, disculpen mi intención no era molestarlos, mi nombre es Jorge –
- Muchas gracias don Jorge – dijo Gustavo, tomando el regalo y haciendo una señal como despedida para poder cerrar la puerta.
- Espere – interrumpió – tengo un poco de sed.
- Si claro – dije como despertando de una trance – le traigo un vaso de agua.
- Podría ser una cerveza por favor – un poco perpleja por la petición, fui al refrigerador y saque una botella individual de cerveza. Gustavo se la dio, lo despidió y al final pudo cerrar la puerta.
- Que sujeto más extraño – sentencio Gustavo – ¿De donde lo conoces?
- La verdad es que no lo conozco, no se como sabe mi nombre y no tengo idea como supo que estaba de cumpleaños – puse mi dedo en la boca – supongo que fue el ruido que lo hizo venir hasta aquí, siempre se sienta en esa esquina – y apunte desde el balcón al lugar donde siempre se sienta, pero estaba vez la calle estaba limpia.
- Uuuu que escalofrió, mejor tratemos de evitarlo, es un tipo muy extraño, no me da confianza, cuando yo no este en casa, no le abras la puerta – Gustavo miro la micro por todos lados - ¿qué hago con esto? – y lo dejo sobre un mueble – creo que se vera bien ahí, igual es un lindo adorno, no lo puedes negar- y lanzó una carcajada como tratando de alivianar el ambiente denso que se formo con la situación.

Al rato después todos los invitados se habían retirado, limpiamos el desastre de la fiesta, en un instante que barría el balcón tuve la sensación de a ver visto a don Jorge mirando hacia el departamento desde la vereda del frente, al voltearme no había nadie, como día domingo Santiago descansaba del ruido ensordecedor de sus calles y la soledad inundaba el sector. A lo mejor estoy soñando pensé, pero un halo de intranquilidad se apodero de mi ser.
Erzsebet

Wednesday, January 07, 2009

Programa Circuito Literario

Como les comenté con anterioridad se me hizo una entrevista en el Programa "Circuito Literario" en la radio Santiago Bueras, por problemas de coordinación mi entrevista no salio al aire el día que les habia indicado, pero eso al final no paso hacer un problema puesto que el programa de radio se extendera por todas las vacaciones, aca les dejo el link para que descarguen la entrevista a los que están interesado y ademas subí el audio al blog para que lo puedan escuchar directamente desde acá, eso si que yo le hice mis arreglos, le puse música de fondo a mi gusto. No puedo negar que como primera entrevista estaba un poco nerviosa, pero para ser primera vez creo que salio bien.

Friday, January 02, 2009

Despertando antes del 2009

He vivido varios meses dentro de un bunker, de esos que se construyen para refugiarse de las guerras atómicas y de las bombas nucleares, hace un tiempo creí que se había desatado una y me escondí escapando de esa cruel realidad. Pero a causa de las melodías, las juergas, bailes y festejos que oí en las afueras de mi escondite decidí salir a explorar, me encontré con miles de personas abriendo sus regalos bajos los árboles navideños que se levantan en el mes de diciembre. Perpleja quede ante tal situación, ninguna guerra había comenzado y sin noción del tiempo transcurrido me quede inmóvil mirando las luces de los árboles dentro de las pequeñas casas que se asentaban sobre la colina verdosa del pequeño pueblo construido a las afueras de mi bunker. Sin noticias, ni información de lo ocurrido en estos días de ausencia decidí salir a caminar a la mañana siguiente.

Con un sol radiante que se erigía sobre las praderas comencé a caminar por las calles de tierra de ese lugar desconocido para mi, el pueblo era como una foto vieja sacada de un libro de historia de Chile, extraño, era como si todo hubiese retrocedido en unos poco meses, pero los habitantes se veían alegres, los niños jugaban con sus regalos en los antejardines, reían como si nada en realidad hubiese pasado. Todo parecía normal, excepto por sus vestimentas y por su envidiable alegría que se derramaba en cada rincón.

Creo que camine por el centro mismo de aquel lugar, muchas tiendas se localizaban unas al lado de la otra, bancos, farmacias, librerías, bazares, tiendas de ropa y una peculiar peluquería que me llamo la atención, puesto que en el ventanal principal había colgado un letrero que decía: “Se venden libros”, extraño, pensé, en las peluquerías no se venden libros, al menos que te conecten a uno de esos aparatos para secarte el pelo y te transmitan el contenido de algún titulo y se quede en tu memoria, ja!, eso solo pasa en los cuentos de ciencia ficción, pensé y me volví a reír. Revisé mi bolsillo y tenia un poco de dinero guardado, me mire en el reflejo de la ventana y decidí entrar, la peluquera hablaba y hablaba incoherencias, mientras unos tipos con sus cabezas metidas en los secadores le contestaban con las mismas incoherencia, me acerque al mostrados y efectivamente se vendían libros, leí los títulos, ninguno conocido para mi, solo autores desconocidos, me extraño no ver autores como Bradbury, Asimov, Lovecraft, Bisama, Baradit, Neal Stepheson, Greg Bear, etc. Si hubiese sido así, lo más probable es que le compro un libro y me largo de ese lugar, sin embargo me quede observando y escuchando por unos segundos lo que conversaban, la peluquera decía una y otra vez que era amiga de muchos escritores y que actualmente escribía en una revista dedicada a la mujer, sin embargo cuando rompí el silencio y le pregunte si tenia algún libro de esos autores que a mi tanto me gustan me quedo mirando con cara de yo no se de que me habla esta chica y con un gesto para ignorar mi presencia en ese lugar, siguió cortándole el pelo al pobre hombre que estaba bajo sus tijeras y siguieron conversando, ¿como no conoce a Edgar? pensé, me encogí de hombros y me retire con una sonrisa de guasón dibujada en mi rostro.

Unos locales hacia arriba había un bar, el olor a cerveza emanaba bajo mi nariz. Pensé que no me haría mal tomarme una cerveza negra, de esas que tanto me gustan, entre y para mi sorpresa el ambiente se inundaba de música rock, oscura y maldita, volví a dar una sonrisa de esas que no daba hace tiempo y me acerque al mesón, pedí mi cerveza negra bien helada, prendí un cigarro y disfrute de la música por unos segundos. Me fui a la máquina de música para escoger un tema, mientras camina cabeceando y meneándome como una adolescente se acerco un chico de pelo largo, risado y ojos de color negro profundos: “Erzsebet” me dijo, lo observe durante unos segundos, ja! Era un chico que había conocido en septiembre en uno de esos carretes donde la distorsión te cala las neuronas y poco recuerdas de lo que paso después de la octava cerveza. Nos abrazamos y nos sentamos en un pequeña mesa ubicada a un costado del bar, ahí me explico que la guerra atómica si se había desatado y solo hace un par de semanas todo se reconstruyo nuevamente, me indico como buscar mi nueva casa y me acompaño luego de la tercera cerveza. Me encontré con la sorpresa que todos estaban vivos y que tendría la oportunidad de reconstruir también mi vida en este año 2009 que se avecina, podría a lo mejor encontrar un trabajo como ingeniero y olvidar que antes de la catástrofe estuve trabajando en cualquier cosa.

En la semana antes de la llegada del 2009, en todos los canales de televisión mostraban lo mejor del año, el mejor libro, la mejor película, el mejor programa de TV, etc. Entonces me preguntaba que había sido lo mejor para mi, sin hacer mención a la catástrofe, me preguntaba como los demás olvidaban esto y sin llegar a ningún puerto, seguí pensando en lo mejor del 2008 y sigo pensando y pensando y nada aparece.

Hace solo un par de horas acabaron los festejos y abrazos en este pequeño pueblo reconstruido sobre las cenizas de una guerra y me siento a observar el horizonte sin saber si realmente algo cambiara en mi vida.
Erzsebet