Miraba los pies de los
desconocidos que llegaban en su ayuda. Ese día salió demasiado rápido y no se
percató del vehículo que venía a gran velocidad. Apenas podía permanecer con
los ojos abiertos y pensaba en el traje nuevo que usaba. Lo había comprado para
una ocasión especial. Sonrió. Su hijo muerto le tendía la mano.
Connie Tapia Monroy
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