Al lado de un fogón resuenan las cuerdas
de una fatídica noche de verano.
Las luces sobre un mar en calma
se convierten en alcohol
frente a los ojos de los vulgares,
mentes distorsionadas se quiebran con los humos,
formando figuras en un pueblo fantasma.
Nadie entiende nada sobre los gritos perdidos
nadie escucha el resonar de las quenas
solo quedan botellas vacías en la arena
y ese número en el bolsillo
abriendo las puertas del infierno.
Tuesday, September 09, 2008
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3 comments:
Interesante poema, el infierno presente en esas notas de aquella guitarra de madera...
Buenisismo!!!
aire a carrete ritual...
:-P
que acertivo eres marcelo jejejeje
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