En esa época tener un televisor en blanco y negro era un lujo, solo accesible para quienes tenían un poder adquisitivo considerablemente alto. Ese pequeño aparato proyector de imágenes, fue la causa de mi separación con Jaime, ponía especial atención a esa caja cada vez que llegaba del trabajo, como hipnotizado pasaba horas y horas sentado delante de ella, con los ojos compenetrados hacia otro mundo. Yo creo que no le importo que tomará todas mis cosas y me marchará de la casa, arrendé un departamento con una ex-compañera de universidad y seguí con mi vida, sin embargo Jaime volvía a mi mente cada vez que pasaba por una tienda que promocionaba la venta de esta tecnología, era inevitable sentir rabia de sus acciones y del poco cuidado hacia la relación, sin más, Jaime entraba a mis recuerdos cuando una de esas pantallas se encendía delante de mis ojos.
Él poseía un quiosco de periódicos en el centro de la ciudad, muy cerca de la oficina donde trabajo y a diario evitaba caminar por esa parte de la calzada. Pero era habitual que mis compañeros de trabajo le comprarán el periódico por las mañanas y cuando Jaime no abrió más el negocio, fui la primera en enterarme.
Pasaron varias semanas y el orgullo me impidió preocuparme más de la cuenta, sin embargo mi conciencia no me dejaba en paz, sabía que era el único apoyo que tenía en la ciudad, así que decidí ir a visitarlo. Aún conservaba las llaves del departamento y le pedí a un compañero de trabajo que me acompañara.
Al llegar el olor a encierro era intenso, el departamento era un desastre, papeles por todos lados, el colchón en el suelo, el sillón frente al televisor encendido y Jaime no se veía por ninguna parte, lo llame, lo busque, pero nada, no estaba por ninguna parte, apague el aparato, di una última mirada y nada.
Me encogí de hombros y redacté una nota para acusar mi presencia en el lugar, advirtiendo que independiente de lo ocurrido, aún me preocupaba su existencia. Me retiré del lugar con un halo de esperanza de que él respondiera a mi nota, pero no fue así, pasaron varios meses y nada se supo.
Angustiada de la desaparición, puse una constancia en la policía, llame a todos los hospitales y morgues del país. Jaime no aparecía hace más de un año y mis energías puestas en su búsqueda fueron tales que el dinero ya no me alcanzaba para pagar el arriendo.
Tomé la triste decisión de habitar el departamento de Jaime, a pesar de los malos recuerdos, en mi corazón existían momentos bellos que pase junto a él y aunque no sabía nada de su existencia, depositaba una pequeña esperanza en mi alma de que él aun estaba con vida.
Reconstruí el departamento, poco a poco le di vida al lugar, volví a mi vida normal, al trabajo, a mis amigos e incluso comencé una nueva relación, que al tiempo, sin darme cuenta, ya estaba viviendo conmigo en el departamento.
Un día al volver del trabajo, mi nuevo compañero, Gastón, tenia todo desordenado, le había dado la locura por el orden, pero más que orden era un caos y dentro de todo ese caos estaba el televisor blanco y negro que tenia guardado secretamente en el closet. Yo quede perpleja, ese televisor estaba vetado para mí y eso incluía a todos los habitantes de la casa. Gastón con una sonrisa dijo “mira lo que tenias bien guardado”, se me pusieron los nervios de punta y le advertí que no lo tocará. Con ademán de no tomarme en cuenta, instaló el TV en el living, “es una buena adquisición” y procedió “de vez en cuando no nos hará mal”. Prometí no tocarlo, era la causa de mi separación anterior, sin embargo le dejé claro que si quería ver la televisión lo hiciera en las horas en que yo no estuviera en casa. Y así sucedió, jamás encendió el televisor cuando estábamos juntos.
En los días que siguieron, Gastón, empezó a tener un singular comportamiento, todas las noches se levantaba sonámbulo, balbuceando palabras incoherentes. En ocasiones me despertaba y lo encontraba de pie, al lado de la cama encorvado, con las manos alrededor del cuello, tosiendo, como queriendo expulsar algo desde el interior, ahogado. Siempre trataba de tranquilizarlo para que volviera a la cama y a la mañana siguiente, jamás recordaba estos acontecimientos y menos aún recordaba que era lo que había soñado. Al principio asocie la situación al stress laboral, ya que era la mejor respuesta que podía tener en ese momento.
Una noche advertí que estaba de pie sobre la cama, la luz encendida y los brazos extendidos hacia el techo, observando el cielo como idolatrando a alguien supremo o a la luz, no lo se con seguridad. Claramente estaba sonámbulo, pero esta vez si recordaba el sueño:
“Recuerdo que caminaba por un parque de diversiones, con juegos de entretenimientos: montaña rusa, la rueda de la fortuna, stand de tiro al blanco, carros de comida, vendedores de globos y otros. El sonido del parque de diversiones saturaba el lugar, muchas risas y voces de las personas que se recreaban. Lo que llamaba mi principal atención era la carpa central de color negro que se erigía en el centro, su forma consistía en varios picachos lúgubres y tenebrosos, con una nubosidad gris que no se despegaba del cielo. De pronto, me vi parado solo frente a la casa de tela y sentí que todo desapareció a mí alrededor. Por alguna extraña razón me sentía atraído por la carpa de circo y camine sin pensarlo en esa dirección, no alcance a llegar cuando las nubes grises empezaron a girar en torno a ella, como un ojo de tornado sobre el cielo. No podía despegar la vista del centro del ciclón, porque observaba que una luz brillante luchaba por salir del centro y me intrigaba saber si vencía la luz o el caracol gris. Finalmente, del centro del tornado se abrió un portal y me dieron ganas de entrar en el él, en ese instante desperté con los brazos extendidos hacia el techo y tu mirándome muerta de miedo desde la cama.”
Sin duda el sueño era extraño, pero ¿quién no ha tenido pesadillas o sueños raros? Todo el mundo los ha tenido, sin embargo Gastón no dejaba de tenerlas y cada noche se hacían más intensas. Varias veces despertó gritando “la guerra… la guerra… la guerra” o diciendo “solo converso con el gran barón… esta ahí el gran barón” y es ahí que no estoy segura si yo también lo soñé pero observe que movía sus manos y que en una de ellas tenia una esfera luminosa, que parpadeaba cada vez que subía y bajaba los brazos.
Yo tenía mi teoría, no era el stress laboral que provocaba todo esto sino más bien el exceso de televisión, estaba casi segura que ese aparato electrónico lo volvía loco, ya que cada vez que llegaba al departamento lo encontraba encendió con esas hormigas chirriando y ni siquiera se dignaba en apagarlo, era como una necesidad para él tenerlo encendido. Incluso a media noche se levantaba para sentarse frente a ese artefacto.
Una de aquellas noches, donde las pesadillas se apoderaban de Gastón, se levanto sonámbulo, no quise despertarlo y opte por seguirlo en silencio. Caminó hacia el living, se sentó frente al televisor blanco y negro como si esperará que se encendiese solo, balbuceaba incoherencia como exigiendo que comenzará el show. Resignada volví a la cama para tratar de dormir, pero de pronto un estruendo retumbó en todo el departamento, asustada me levante rápidamente y corrí hacia el living. Gastón no estaba, lo busque por todos lados, incluso salí del departamento y corrí escalera abajo pensando que había salido, no estaba, no estaba por ninguna parte. Volví al departamento, todo estaba en silencio y del aparato electrónico emanaba humo negro, como si estuviera incendiándose, me acerque horrorizada, con las manos trataba de despejar la humareda, tosía con dificultad, el polvo entraba por mis pulmones, estaba ahogada, el humo se esparcía por cada rincón. Cuando de repente, de la nada, la pantalla del televisor absorbió todo el humo y se quedo encendida con las hormigas chirriando sin cesar.
Erzsebet
Él poseía un quiosco de periódicos en el centro de la ciudad, muy cerca de la oficina donde trabajo y a diario evitaba caminar por esa parte de la calzada. Pero era habitual que mis compañeros de trabajo le comprarán el periódico por las mañanas y cuando Jaime no abrió más el negocio, fui la primera en enterarme.
Pasaron varias semanas y el orgullo me impidió preocuparme más de la cuenta, sin embargo mi conciencia no me dejaba en paz, sabía que era el único apoyo que tenía en la ciudad, así que decidí ir a visitarlo. Aún conservaba las llaves del departamento y le pedí a un compañero de trabajo que me acompañara.
Al llegar el olor a encierro era intenso, el departamento era un desastre, papeles por todos lados, el colchón en el suelo, el sillón frente al televisor encendido y Jaime no se veía por ninguna parte, lo llame, lo busque, pero nada, no estaba por ninguna parte, apague el aparato, di una última mirada y nada.
Me encogí de hombros y redacté una nota para acusar mi presencia en el lugar, advirtiendo que independiente de lo ocurrido, aún me preocupaba su existencia. Me retiré del lugar con un halo de esperanza de que él respondiera a mi nota, pero no fue así, pasaron varios meses y nada se supo.
Angustiada de la desaparición, puse una constancia en la policía, llame a todos los hospitales y morgues del país. Jaime no aparecía hace más de un año y mis energías puestas en su búsqueda fueron tales que el dinero ya no me alcanzaba para pagar el arriendo.
Tomé la triste decisión de habitar el departamento de Jaime, a pesar de los malos recuerdos, en mi corazón existían momentos bellos que pase junto a él y aunque no sabía nada de su existencia, depositaba una pequeña esperanza en mi alma de que él aun estaba con vida.
Reconstruí el departamento, poco a poco le di vida al lugar, volví a mi vida normal, al trabajo, a mis amigos e incluso comencé una nueva relación, que al tiempo, sin darme cuenta, ya estaba viviendo conmigo en el departamento.
Un día al volver del trabajo, mi nuevo compañero, Gastón, tenia todo desordenado, le había dado la locura por el orden, pero más que orden era un caos y dentro de todo ese caos estaba el televisor blanco y negro que tenia guardado secretamente en el closet. Yo quede perpleja, ese televisor estaba vetado para mí y eso incluía a todos los habitantes de la casa. Gastón con una sonrisa dijo “mira lo que tenias bien guardado”, se me pusieron los nervios de punta y le advertí que no lo tocará. Con ademán de no tomarme en cuenta, instaló el TV en el living, “es una buena adquisición” y procedió “de vez en cuando no nos hará mal”. Prometí no tocarlo, era la causa de mi separación anterior, sin embargo le dejé claro que si quería ver la televisión lo hiciera en las horas en que yo no estuviera en casa. Y así sucedió, jamás encendió el televisor cuando estábamos juntos.
En los días que siguieron, Gastón, empezó a tener un singular comportamiento, todas las noches se levantaba sonámbulo, balbuceando palabras incoherentes. En ocasiones me despertaba y lo encontraba de pie, al lado de la cama encorvado, con las manos alrededor del cuello, tosiendo, como queriendo expulsar algo desde el interior, ahogado. Siempre trataba de tranquilizarlo para que volviera a la cama y a la mañana siguiente, jamás recordaba estos acontecimientos y menos aún recordaba que era lo que había soñado. Al principio asocie la situación al stress laboral, ya que era la mejor respuesta que podía tener en ese momento.
Una noche advertí que estaba de pie sobre la cama, la luz encendida y los brazos extendidos hacia el techo, observando el cielo como idolatrando a alguien supremo o a la luz, no lo se con seguridad. Claramente estaba sonámbulo, pero esta vez si recordaba el sueño:
“Recuerdo que caminaba por un parque de diversiones, con juegos de entretenimientos: montaña rusa, la rueda de la fortuna, stand de tiro al blanco, carros de comida, vendedores de globos y otros. El sonido del parque de diversiones saturaba el lugar, muchas risas y voces de las personas que se recreaban. Lo que llamaba mi principal atención era la carpa central de color negro que se erigía en el centro, su forma consistía en varios picachos lúgubres y tenebrosos, con una nubosidad gris que no se despegaba del cielo. De pronto, me vi parado solo frente a la casa de tela y sentí que todo desapareció a mí alrededor. Por alguna extraña razón me sentía atraído por la carpa de circo y camine sin pensarlo en esa dirección, no alcance a llegar cuando las nubes grises empezaron a girar en torno a ella, como un ojo de tornado sobre el cielo. No podía despegar la vista del centro del ciclón, porque observaba que una luz brillante luchaba por salir del centro y me intrigaba saber si vencía la luz o el caracol gris. Finalmente, del centro del tornado se abrió un portal y me dieron ganas de entrar en el él, en ese instante desperté con los brazos extendidos hacia el techo y tu mirándome muerta de miedo desde la cama.”
Sin duda el sueño era extraño, pero ¿quién no ha tenido pesadillas o sueños raros? Todo el mundo los ha tenido, sin embargo Gastón no dejaba de tenerlas y cada noche se hacían más intensas. Varias veces despertó gritando “la guerra… la guerra… la guerra” o diciendo “solo converso con el gran barón… esta ahí el gran barón” y es ahí que no estoy segura si yo también lo soñé pero observe que movía sus manos y que en una de ellas tenia una esfera luminosa, que parpadeaba cada vez que subía y bajaba los brazos.
Yo tenía mi teoría, no era el stress laboral que provocaba todo esto sino más bien el exceso de televisión, estaba casi segura que ese aparato electrónico lo volvía loco, ya que cada vez que llegaba al departamento lo encontraba encendió con esas hormigas chirriando y ni siquiera se dignaba en apagarlo, era como una necesidad para él tenerlo encendido. Incluso a media noche se levantaba para sentarse frente a ese artefacto.
Una de aquellas noches, donde las pesadillas se apoderaban de Gastón, se levanto sonámbulo, no quise despertarlo y opte por seguirlo en silencio. Caminó hacia el living, se sentó frente al televisor blanco y negro como si esperará que se encendiese solo, balbuceaba incoherencia como exigiendo que comenzará el show. Resignada volví a la cama para tratar de dormir, pero de pronto un estruendo retumbó en todo el departamento, asustada me levante rápidamente y corrí hacia el living. Gastón no estaba, lo busque por todos lados, incluso salí del departamento y corrí escalera abajo pensando que había salido, no estaba, no estaba por ninguna parte. Volví al departamento, todo estaba en silencio y del aparato electrónico emanaba humo negro, como si estuviera incendiándose, me acerque horrorizada, con las manos trataba de despejar la humareda, tosía con dificultad, el polvo entraba por mis pulmones, estaba ahogada, el humo se esparcía por cada rincón. Cuando de repente, de la nada, la pantalla del televisor absorbió todo el humo y se quedo encendida con las hormigas chirriando sin cesar.
Erzsebet
5 comments:
La televisión como un portal a otro mundo, una versión moderna del espejo mágico. En diversas historias se ha hecho esta analogía a la televisión, como que te absorbe... o mejor aún (o peor) puede salir alguien de ahí.
Una pregunta se me viene a la mente: ¿se necesitará un portal para pasar a otra dimensión? ...yo creo que no, pero el ser humano tiende a pensar que otra dimensión está en algún sitio (visión espacial, por lo tanto dimensional) y que podremos "ir" a él.
Me gustó más la primera parte del cuento.
mmm Siempre las primeras partes son mejores, aunque esta es la segunda y final, senti siempre la necesidad de relatar esta historia del punto de vista de Sara, la chica que habia dejado al tipo de la primera historia, que lo que habia ocurrido con ella y el televisor. He pensado muchas cosas sobre este nuevo elemento, una que otra idea que da vuelta en mi mente, y en eso estoy tratando de ordenar mis ideas para despues ver que es lo que pasa con eso.
Muy bueno el relato, lo que me gusta es que al principio parece un relato bastante común pero conforme va transcurriendo se va develando cierto misterio que al final te indica que ese televisor estaba por decirlo de laguna manera maldito, sería interesante tratar de recrearlo en un cortometraje....me das permiso?
Saludos!!!
Esta segunda parte esta mas detallada, que la anterior, buen relato, excelente descripcion de la pesadillas que atormentan en buen manera al personaje en cuestion, pero me quedo con la primera parte, es insuoerable y ojala se lleve a un corto, y sea interpretado por la persona aludida...
BS.
NO VIDA
Prefiero la primera parte. Sólo en el padrino y la guerra de las galaxias la segunda parte es mejor que la primera
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