A
Rita le encanta celebrar cumpleaños y bautizos. Llama por teléfono a sus invitados
y dos días antes los vuelve a contactar para confirmar su asistencia. Con su
mejor sonrisa sale de compras, llena el carro del supermercado y prepara comida
contundente, “que no se note pobreza”, dice. La parte que más le gusta es
cuando ve a todos los invitados expectantes esperando los cócteles y
bocadillos. Ella sirve solo un poco de lo que compró y el resto lo guarda en
los muebles de cocina, “para mañana”, habla consigo misma.
Los
asistentes siempre se retiran decepcionados y ella habla de quienes no fueron invitados: “cómo se te ocurre que los voy a considerar, si la última vez trajeron
cerveza, la escondieron y no la compartieron con nadie… ese tipo de personas no
me gustan para nada”, comenta ofendida.
Connie Tapia Monroy.
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