Siempre se escapan en
medio de la lectura, suben a la parte trasera del auto. Un beso salvaje. Ella
frota su sexo, mueve la mano de arriba abajo, lento, firme, lo pone en su boca,
juega con la lengua. Él la besa en el cuello, sus senos, la penetra con los
dedos. Gimen, sudan. Ambos acaban complacientes y vuelven al café como dos
desconocidos a compartir la última ronda.
Connie Tapia Monroy.
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