Friday, July 25, 2008

Viaje singular

Con unos amigos nos fuimos a recorrer algunos parajes al norte de Chile, básicamente la costa, decidimos hacerlo mochileando, aunque poca experiencia teníamos en ello, desde Santiago tomamos un bus hacia la Serena, y nos adentraríamos en el desierto a la suerte de algún camionero o turista que nos llevara, pasamos una noche en Serena y luego nos fuimos a la carretera. No sé cuando tiempo transcurrio, ni nos interesaba realmente.

Recuerdo que llegamos a Mejillones, nos tomamos varias fotos, ese día descansamos, sin embargo no nos podíamos quedar con nuestras carpas en ese lugar, ya eran las 5 de la tarde y decidimos salir a la carretera a probar suerte. De pronto, un camión muy viejo paro frente a nosotros, estaba sucio, lleno de tierra y el chofer estaba tan viejo como el camión, nos pregunto donde nos dirigíamos y respondimos que solo a un lugar donde pudiéramos acampar.

- Púes súbanse, yo conozco un camping donde podrán pasar la noche –
- Pero no tenemos dinero – dije – lo ideal seria un lugar donde no tengamos que pagar por la noche.
- De eso no se preocupen – guiño un ojo y nos dio una seña para que subiéramos atrás.

Sin pensarlo, todos subimos en la parte trasera del camión, este se movía mucho, sobre todo cuando entramos en un camino de tierra. El viejo iba muy contento, y sonaba una canción muy vieja en su radio, cantaba y tarareaba la canción, no recuerdo exactamente de quién era, pero me hizo recordar a mi abuelo. El viejo nos grito para atrás.

- ¡¡Ya estamos llegando, esta al lado del mar!! – y siguió cantando.

Cuando el camión se detuvo, nos señalo el lugar, guiño un ojo y puso a toda marcha su vieja maquina, levantando mucho polvo. Al perder el camión de vista y verlo desaparecer entre el polvo, nos dimos vuelva automáticamente, como si nos hubiésemos puesto de acuerdo para girar, era un campamento abandonado, tenia una reja de madera desgastada con el tiempo, la abrimos y entramos muy sigilosos, no había alma que rondara el lugar, sin embargo se sentía el oleaje golpeando al son del viento las rocas de la orilla. Exploramos con mucha cautela el lugar, tenía baños, duchas, lavaplatos y una copa de agua, que activamos y todo empezó a funcionar muy bien, ya estaba oscureciendo, a lo lejos el sol se perdía en el mar. Encontramos un generador eléctrico, que jamás lo hicimos funcionar.

Antes que la oscuridad nos alcanzara, levantamos las carpas, algunos prepararon la comida y otros recolectaron algo de leña en los alrededores, la noche sería muy oscura y fría.

Cuando terminamos de comer, fuimos a la orilla del mar, era un roquerio amplio, pero el macizo era más bien como una terraza formada por rocas casi planas, con alguna que otra roca que sobresalia. Encontramos interesante sentarnos en las rocas, junto al mar, sentir el viento silbar a lo lejos, oír el mar rugir cerca de nosotros, acompañado de una piscola y buena conversación. Esa noche estábamos todos cansados, sin embargo algunos bromeaban diciendo que se quedarían sentados en aquellas rocas hasta ver salir el sol, sin duda el espectáculo que querían presenciar es uno de los más hermosos.
No había pasado mucho tiempo desde que nos sentamos a beber nuestro trago, se los aclaro, ya que lo que paso enseguida no fue producto de algún estado etílico, ni menos del cansancio del viaje. A lo lejos se escuchaban gritos, gritos que venían del mar, claramente se escuchaban como personas dentro del mar, nos levantamos, encendimos nuestras linternas y alumbramos hacia el lugar de donde provenían las voces, pero la oscuridad de la noche no nos dejaba ver nada, no había nada, caminamos por la orilla entre las rocas alumbrando hacia el interior del mar, pero no se veía nada, ni botes, ni personas, nada, los gritos eran cada vez más nítidos, eran palabras en otro idioma, quizás un idioma indígena, no lo sé, lo único claro fue el miedo que nos abrumo de pronto, un miedo escalofriante, un miedo que se transformo en un hielo que subió de los pies a la cabeza, ya nadie hablaba, solo mirábamos expectantes hacia la inmensidad del mar, donde el rugir de las olas era como una canción diabólica, una canción que hipnotizaba. De pronto, uno de mis amigos corrió despavorido, como si algo hubiese visto salir entre las rocas, o la espuma de las olas que chocaban en ellas, algunos lo siguieron, yo no me podía mover, veía a lo lejos que todos se dispersaban y gritaban, gritos que se confundían con los sonidos del interior, con la melodía de las olas. Quise moverme, pero al dar un paso, choqué con una pared invisible, me moví hacia el otro lado y volví a chocar con otra pared invisible, estaba envuelto como en una cúpula que no podía ver, comencé a gritar, a pedir ayuda, a lo lejos se veían mis amigos en la misma situación que yo, trate de calmarme, pero el miedo no me dejaba pensar, mis amigos gritaban que estaban atrapados, yo también lo estaba, “¿qué es esto?” me preguntaba, mientras palpaba la pared invisible. Cerré los ojos como pidiendo ayuda, al abrirlos vi un hombre al frente, de sonrisa maléfica, comencé a tiritar, intenté dar un grito de auxilio, pero nada de mi boca salio, solo recuerdo que algo me golpeo por la espalda y caí de rodillas sobre las rocas, al levantar mi vista ya nada había y el sol golpeaba sobre mi cabeza.
Erzsebet

8 comments:

Marcelo TM said...

Buena incursión en el terror. En primera persona, como pienso que es la mejor manera de abordar este estilo.
Para complementar te sugiero hacer una mejor descripción del entorno y de las emociones internas del personaje... tu sabes... todos tenemos trancas.
En fin, me hubiera gustado también más profundidad... ¿el protagonista era hombre (asumo)? ¿cómo era? ¿en qué época (contexto temporal) se sitúa el relato? ¿qué pasó con los amigos? ¿cuántos eran? ¿ya no estaban cuándo despertó?, cosas como esas.

Un abrazo hermana y me encanta que escribas siempre.

Santiago Arcos said...

Miedo. Por fortuna, o lo contrario, las notas angustiantes de la música me acompañaron en los momentos justos.

¿Por qué la imágen de aquella monstruosidad marina al inicio? Creo que desde ahí empezó mi miedo. Nadie que realmente ha leído a Lovecraft podrá nunca volver al mar o aún a un lago de aguas oscuras sin sentir como el alma de su columna se retuerce en el fondo de un abismo.

P.S.: También me fui a mochilear con un amigo el verano pasado, pero al sur. Para el verano que viene planeamos ir al norte ¿Me recomiendas algún lugar?

Connie Tapia M. said...

Marcelo: se que el texto lleva consigo muchas dudas, incluso en el final, pero despues de algunas lecturas y de pensarlo un poco decidi que era mejor dejarlo asi, recien me he atravido a escribir algo dentro de esta tematica y no ha sido facil, creo que el tiempo me dara herramientas para poder desarrollar lo que tu esperabas encontrar.

Santiago: la imagen es solo un recuerdo de mi amado lovecraft, que me inspira cada vez que tomo un lapiz, estaba dentro del contexto por eso la eleccion, en cuanto a los lugares, en verdad yo nunca he mochileado en el norte de Chile, pero si puedo decir que lo conosco muy bien, no del todo, pero si mucho, debes ir a Pica, Matilla, Mejilones, tocopilla, pozo almonte, si vas a san pedro de atacama, quedate por lo menos una noche acampar en pozo3, obvio que debes ir al valle de la luna, en pica bañarse en sus aguas termales, ir a las salitreras abandonadas. ir al parque (reserva nacional fray jorge) y bien al norte, putre, iquique, arica, etc, no se, creo que en un solo viaje nunca se podra ver todo, pero si encantarse con la magia del desierto que es muy distinta a nuestra zona austral, una belleza totalmente distinta.

Gracias por sus comentarios, siempre se agradece el apoyo.

Un gran abrazo

Staff Sudamerican Attack!! said...

Muy buen relato, los detalles que menciona Marcelo, son solucionables en la practica, pero solo son detalles, mientras leia este cuento y mientras escuchaba la musica demoniaca de The Omen, me imagine el mundo oculto de Lovecraft, negro, impio y putrido.. los gritos infernales!!!!, habra sido el ser avernal llamado Cthulhu ???..

Black Serpentor said...

Los detalles son lo de menos, aca lo que importa es la escencia del porpio relato..la ciencias ocultas presente..

B.S.
Ave Satan!!!!

Marcelo TM said...

Los pequeños detalles diferencian a las grandes obras. Yo lo digo (sobre todo por la descripción de los personajes) porque a veces el escritor lo tiene todo claro en su mente, pero los lectores no. Es común en los escritores principiantes el crear historias con protagonistas sin rostro, aunque reconozco que a veces es un recurso literario, pero solo casos específicos. En otros casos, simplemente se olvida.
En todo caso, erzsebet conoce mis intenciones.

Connie Tapia M. said...

Anthares: tienes razon, todo con practica se soluciona, yo solo trato de dar lo mejor de mi.

BS: Agradezco tu pasion.

Marcelo: tienes razon, el escritor tiene claro muchas cosas en su mente, yo veo a los personajes perturbarme por las noches, los veo hablar, reir, los veos en esos espacios ficticios y creeme que dia a dia trato de sacar esas imagenes para transformalas en palabras, pero me ha sido dificil, sin embargo el libro de Ray Bradbury que me has prestado, ha sido de gran ayuda en esta busqueda literaria.

Como siempre agradezco que sigan mis relatos en el blog, sobre todo si sus intenciones son honestas.

Un abrazo

Marcelo TM said...

Erzsebet se refiere al libro "Zen en el Arte de Escribir" de Ray Bradbury y es verdad, a mi también me cambió la manera de ver las cosas desde que lo leí. Se trata de una serie de ensayos y prólogos escritos por el maestro. Yo sabía que te iba a gustar. Antes había leído a Bradbury con poco entusiasmo, pero después de este libro ya no es lo mismo. Es realmente inspirador.
Y cuando te leo a ti, pues siento orgullo y admiración ;-)