Terminaba de leer un texto teatral de Jorge Díaz, se sentía como en un déjà vu constante, era como mirar la realidad con otros ojos, se veía fuera del cuerpo, como si recién despertará de un eterno sueño, su cuerpo estaba atrapado dentro de una cámara de video, mirando a través de un ojo digital. Como un espasmo se reflectaban los recuerdos mezclados con la obra teatral, el texto era parte de ella y no podía dividir las imágenes interiorizadas con su propia historia.
Hundió su cara entre sus manos, con desesperanza se sienta en la orilla de la cama “Nuncia… Renuncia… Anuncia… Nuncia” se repetían estas palabras una y otra vez como una gran voz proyectada con megáfono sobre el cerebro.
Se recostó e intento dormir, sus pies fríos no la dejaron, las imágenes rebotaban incoherentes en su mente, no sabe si logro dormir, estaba atrapada como en un sueño sublime. Una gran nube espesa se apodero de su cuerpo, respiro hondo, aspiro una espesa neblina negra, reacciono y corrió al baño a vomitar.
En sus recuerdos una noche descontrolaba se proyectaba sin cesar, la noche pegada a la retina, música, alcohol, ruido, mucho ruido, él, un número telefónico. Se estremeció, busco el celular entre sus ropas, apretó nerviosa los botones, menú, buscar, ahí estaba “Guillermo”. No lo llamó, pero su mirada y un “no debes estar acá” jamás se borraron de su mente.
Pasaron tres meses antes de decidir enviar un mensaje de texto “…. este es mi correo electrónico”, al instante apareció una ventana de conectado sobre la pantalla, no pasaron muchos días, ni conversaciones, cuando Camila decidió juntarse con él. No hay mucho que contar, un almuerzo naturista, unas cuentas cervezas en un antro de la ciudad, el cambio de fluidos entre sus labios y sus cuerpos marcaron el inicio del todo.
Camila parada frente a la puerta de Guillermo, con el cuerpo empapado, la lluvia cae intensamente, la luz del departamento se proyectaba tenue bajo la puerta. Su dedo tirita frente al timbre, esta apunto de tocarlo, cuando de pronto se abre la puerta. Ahí están cara a cara, ha pasado un poco más de un mes y él ya no respondió las llamadas, ella tiene los ojos llenos de lágrimas, lo mira tiernamente, él la ignora, no la ve y camina alejándose de ella, no se molesta en voltearse.
Paralizada, se le contrae el corazón y bajo la lluvia no entiende lo que esta sucediendo, él no la ha mirado, se confunde, se siente nuevamente dentro de la obra de teatro, como si el déjà vu volviera apoderarse de ella, su corazón lo siente atrapado en una pequeña caja, comprimido, no entiende.
“Te extraño” pensaba, su cuerpo no era capaz de moverse, mientras un flash intenso entró por su retina. Ahí estaba Guillermo, sentado frente al computador tecleando eufórico, el escenario era desolador, su habitación oscura, con miles de cables conectados en el suelo, tres trazas de café a medio beber, un cenicero rebalsado de colillas a medio fumar, los ojos de él hundidos en la pantalla, con barba de varios meses, balbuceando “ay Camila, Camila, jamás debí incorporar conciencia…”
Como un fantasma, un sueño, como un recuerdo se sentía dentro de un cuadro donde no podía salir. Ahí estuvo ella, parada frente al departamento de Guillermo por varias semanas sin saber que hacer. Efectivamente un nuevo software defectuoso no sabe que hacer si nadie vuelve a presionar la opción “Iniciar Programa”.
Hundió su cara entre sus manos, con desesperanza se sienta en la orilla de la cama “Nuncia… Renuncia… Anuncia… Nuncia” se repetían estas palabras una y otra vez como una gran voz proyectada con megáfono sobre el cerebro.
Se recostó e intento dormir, sus pies fríos no la dejaron, las imágenes rebotaban incoherentes en su mente, no sabe si logro dormir, estaba atrapada como en un sueño sublime. Una gran nube espesa se apodero de su cuerpo, respiro hondo, aspiro una espesa neblina negra, reacciono y corrió al baño a vomitar.
En sus recuerdos una noche descontrolaba se proyectaba sin cesar, la noche pegada a la retina, música, alcohol, ruido, mucho ruido, él, un número telefónico. Se estremeció, busco el celular entre sus ropas, apretó nerviosa los botones, menú, buscar, ahí estaba “Guillermo”. No lo llamó, pero su mirada y un “no debes estar acá” jamás se borraron de su mente.
Pasaron tres meses antes de decidir enviar un mensaje de texto “…. este es mi correo electrónico”, al instante apareció una ventana de conectado sobre la pantalla, no pasaron muchos días, ni conversaciones, cuando Camila decidió juntarse con él. No hay mucho que contar, un almuerzo naturista, unas cuentas cervezas en un antro de la ciudad, el cambio de fluidos entre sus labios y sus cuerpos marcaron el inicio del todo.
Camila parada frente a la puerta de Guillermo, con el cuerpo empapado, la lluvia cae intensamente, la luz del departamento se proyectaba tenue bajo la puerta. Su dedo tirita frente al timbre, esta apunto de tocarlo, cuando de pronto se abre la puerta. Ahí están cara a cara, ha pasado un poco más de un mes y él ya no respondió las llamadas, ella tiene los ojos llenos de lágrimas, lo mira tiernamente, él la ignora, no la ve y camina alejándose de ella, no se molesta en voltearse.
Paralizada, se le contrae el corazón y bajo la lluvia no entiende lo que esta sucediendo, él no la ha mirado, se confunde, se siente nuevamente dentro de la obra de teatro, como si el déjà vu volviera apoderarse de ella, su corazón lo siente atrapado en una pequeña caja, comprimido, no entiende.
“Te extraño” pensaba, su cuerpo no era capaz de moverse, mientras un flash intenso entró por su retina. Ahí estaba Guillermo, sentado frente al computador tecleando eufórico, el escenario era desolador, su habitación oscura, con miles de cables conectados en el suelo, tres trazas de café a medio beber, un cenicero rebalsado de colillas a medio fumar, los ojos de él hundidos en la pantalla, con barba de varios meses, balbuceando “ay Camila, Camila, jamás debí incorporar conciencia…”
Como un fantasma, un sueño, como un recuerdo se sentía dentro de un cuadro donde no podía salir. Ahí estuvo ella, parada frente al departamento de Guillermo por varias semanas sin saber que hacer. Efectivamente un nuevo software defectuoso no sabe que hacer si nadie vuelve a presionar la opción “Iniciar Programa”.
5 comments:
buen aporte querida erzsebet, hasta donde puede llegar la mente humana y darle vida a auqello que logicamente va contra la etica humana... excelente!!!
Interpretaciones de la realidad y la conciencia digital dan para muchas historias surrealistas. Me encantó este texto.
Besos,
MTM
creo que no nos daremos cuenta cuando estemos atados a hologramas y no sepamos sin son reales o no
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