Friday, May 28, 2010

Quedate con mi tarro de monedas



“Vamos!! ahora podréis hacer la fiesta que tanto estabais esperando, ha desaparecido, y a juzgar por su aspecto la última vez que lo vi. De seguro debe estar muerto” -Alguien le dijo algo parecido a esa chica del otro lado del camino o al menos debe haberlo pensado luego que me perdí en la realidad. A decir verdad, era lo único que me quedaba, perderme entre las personas y hundir mi rostro en mis manos sucias. No recuerdo muy bien si alguna vez tuve algo o si solo fue un sueño, mientras veía rebotar una moneda dentro del tarro, o mientras mis ojos se perdían entre los pies de las personas que llenaban la calle cada mañana.

Soñé que tenia un hogar, que tenia hermanos, incluso me había casado y hasta me titule en la universidad, ya ni se de que cosa. Siempre que me encontraba al culmine de alguna cosa que me hiciera feliz aparecía una bruja horrible con pies gigantes, llenos de fuego pisoteando cada una de esas cosas. Primero me arrebato a mis padres, creo que los encerró en un calabozo oscuro y húmedo. Jamás los volví a recuperar.

No alcance a sobreponerme, y la universidad me hizo despertar. Creo que me expulsarían o algo así. Costo, pero obtuve mi titulo y me case con la mujer que amaba. Y no paso mucho tiempo cuando la bruja lanzó una flecha de fuego y todos se cegaron. Me quede sin trabajo y sin esposa.

Ya destrozado, sin trabajo, sin casa, sin padres. La solución era esconderme, huir. No confiaba en nadie, no quería que aquella mala persona tuviera noticias de mí. Y no se como lo conseguí, pero pude recuperar un poco mi vida al lado de mis hermanos.

Sin embargo, aquellos ojos malignos sepultó un rayo de hielo en la tierra, congelando los corazones de lo único que me quedaba.

Volví a esconderme. Esta vez en la realidad, no podría arrebatarme las monedas que me arrojaran los transeúntes, porque ahí ya no era nada, solo un mendigo, un mendigo sin nombre, un ser desconocido.

Aunque debo reconocer que no fui un mendigo y nada más, era el mendigo más querido y nuevamente no paso mucho tiempo cuando la mirada de aquella persona me alcanzo. Me di cuenta cuando un día pateó mi tarro de monedas. Lo pateó con fuerza, permitiendo que algunas cayeran y rodaran lejos, sin ninguna posibilidad de recuperarlas. La miré y a la distancia me mostró sus dientes negros burlándose de mí.

Muchas veces pienso en algún plan para hacerle creer que en verdad estoy muerto y así ella pueda celebrar su anhelada fiesta.

Fiesta igual de vacía que sus envidias y ambiciones, una fiesta que de seguro será con el termino de una cama fría como mi pavimento. Por que de no ser así ¿entonces porque patear mi tarro de monedas con tanta alevosía?

Erzsebet

6 comments:

Marcelo TM said...

Quédate con mi tarro de monedas... solo eran botones después de todo, solo para hacer un poco de ruido en el tacho. Mis verdaderas monedas, así como mi vida y mi destino están mejor guardadas.

Connie Tapia M. said...

Que se quede con el tarro de monedas, porque lo que busca jamás lo podra arrebatar.

Z47 said...

La solución era esconderme, donde ella no pudiera molestarme... me sumergí en los brazos de la muerte...

Connie Tapia M. said...

aunque creo que se escondio mas alla de la muerte, ahi aun existen portales que se pueden abrir.

Black Serpentor said...

En la vida te encuentras con personas asi, con envidia, con recelo, con maldad, a diferencia que aca no muestran sus dientes negros, solo se esconde detras de las sombras y amparados por la tranquilidad que le otorga su vida alguilada , lo que entienden esto son personas que an sufrido la derrota y aveces el desamparo y los que no entienden son aquellos que han vivido sin malestares sin oler la derrota o el fracaso... solo miran desde afuera.. como una teleserie.. y mas encima se hacen los desentendidos

Connie Tapia M. said...

Nadie quiere vivir al lado de un mendigo...

como Kvothe en el libro el nombre del viento, es dificil explicar la pobreza a alguien que nunca ha sido pobre.