Resumen
El Sr. Mario Gómez arrienda una pequeña casa, que se
encuentra a tres cuartos de hora del centro de la ciudad viajando en locomoción
colectiva. Al Sr. Gómez le acomodaba, ya que podía leer en el trayecto o
simplemente perder sus pensamientos a través de la ventana del bus. Pasado el
tiempo, llega una pareja de recién casados a habitar el lugar. Los vecinos con
esto, se explican por qué ya no veían desde hace un tiempo al Sr. Gómez., mal
que mal tampoco era muy cercano a ellos ¿Realmente se había ido? ¿Qué pasará
con estos nuevos inquilinos?
Extracto del Cuento
“¡¡¡¡Satanicoooosss!!!”-
grito la arrendadora a la pareja joven que recién entraba por la puerta del
patio, “¡¡ya no los quiero ver más!! ¡así
que tomen sus cosas y lárguense dentro de esta semana!”- la señora de
aspecto demacrado, mira de reojo y cierra la puerta de cocina en sus narices. “¡Y llévense esa música de mierda con
ustedes!” – grito por última vez desde el interior. “Claro que la música se va con nosotros, ¡vieja de mierda! Aunque
ganas no me faltan de inyectarte por el culo unos mil watt de Deathspell Omega”,
pensó Camila apretando los dientes y mirando a Javier como preguntando qué se
les viene ahora.
Camila y Javier era una pareja joven de recién casados y decidieron
arrendar una pequeña habitación que se encontraba dentro del patio de la casa
de la señora Inés. “Es la mejor opción
que pueden tomar”- dijo la madre de Javier, “Ayudan a la abuela a que tenga un ingreso extra y ustedes pueden ahorran”-
puso énfasis en la frase final. Era una especie de media agua, con un baño,
cocina y un reducido espacio para la cama. El precio era el razonable y lo que
podían pagar. Sin embargo, esas semanas que vivieron con la señora Inés no
fueron las más agradables, siempre se quejaba de la música y de los horarios de
entrada y salida de la pareja. Aunque ellos intentaron ser invisibles para
aquella señora, su apariencia de jeans negros y poleras, “de monos satánicos”, como decía ella, le molestaba de sobremanera.
Esa tarde la señora Inés simplemente se harto de las
canciones de Weapon a medio volumen y de las imágenes de Immolation en sus espaldas.
Les pidió, no de buena manera, que desalojaran la habitación en el plazo de una
semana.
Fue así como llegaron a una pequeña casa de dos pisos. Era
una casa interior, de patio amplio, con una frondosa enredadera que trepaba por
todas las paredes que separaba de los vecinos. La casa era algo oscura, un
tanto húmeda, un tanto fría, pero por el precio esta joven pareja no cuestiono
mucho esos “detalles” y pronto hicieron suyo el lugar. […]
Continua....
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