A tí, mujer valiente
Un
día su padre formó una nueva familia. Ella asumió el rol. Sacó adelante a su
madre y hermanos. Estudió, trabajó y sin darse cuenta cedió el pan, su ropa.
Dio todo lo que tenía, incluso a extraños. Pero la ayuda no era suficiente para
tanta necesidad, ni menos para el mundo.
Alguien
le dijo que buscará la Atlántida y que desde ahí, quizás, podría esparcir
prosperidad.
En
el viaje se enfrentó al demonio prejuicioso, al dragón intolerante y al ogro
hipócrita. Jamás llegó a la isla, pero si encontró un pedazo de cielo.
Y
sumergida en el paraíso al fin escuchó a alguien gritar desde su interior
“¡Ayúdame! ¡Ayúdame!”. Su alma golpeaba con fuerza.
Se
miró a si misma, estaba cansada, ya no podía salvar al mundo, solo a sí misma. Ella ya no quería
ser padre, necesitaba volver a ser mujer, adolescente, niña, bebé, embrión.
Volvió
a casa, posó su cabeza en las piernas de su madre y lloró, lloró hasta sentirse
hija nuevamente.
Connie Tapia Monroy.
2 comments:
Onírico. Hermoso.
que bueno que te gusto!! Gracias!!
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