“Deja
de ser patética”, me decía burlón. “Ya no estamos en edad de buscar pareja,
debes confórmate y ya”. Como si el amor se tratara de conformarse y ya. Su voz
era como un taladro sobre mi cabeza. Siempre apuntalaba hasta sangrar. Nuestra
relación era dañina. Cuando se lo comentaba a mi madre, ella decía que debía
sacrificarme por los niños. Como si la vida significara anularse y ya. Llevamos
veinte años casados y me siento cansada. Sus palabras siempre dejan cicatrices.
Anoche,
necesitaba apagar esa voz, hacerla desaparecer. Él llegó borracho como es
habitual. Se sentó en el sillón, “Esta
es la vida que te toco vivir”, dijo balbuceando mientras se quedaba dormido. No
lo pensé y tome un cuchillo de la cocina. Me senté sobre él. “Esta es la muerte
que te toco… perro de mierda… desgraciado…”, gruñí entre dientes, enterrando el
cuchillo una y otra vez, cada vez más profundo, en su estómago.
Connie Tapia Monroy.
No comments:
Post a Comment